Como cada año, cuando llegan estos días, se suceden numerosas y tradicionales celebraciones de Navidad con los compañeros de trabajo que toman forma de comer o cenar de empresa. Me ha parecido oportuno hacer un repaso a algunas recomendaciones básicas, tanto desde el punto de vista del trabajador como del directivo o propietario.
Si eres un trabajador
Como trabajador, y desde un punto de vista estrictamente crematístico, se tiene que aprovechar un acto de estas características porque normalmente la empresa suele pagar la comida y, a veces, incluso las copas del final. Si uno se lo pierde, siempre tendrá la recança de no haber tenido la oportunidad de estar al día del lavadero que se hará y de los comentarios y bromas que se derivarán los días posteriores.
También es importante tener cordura con el consumo de alcohol: no se tiene que beber más de la cuenta. Ni se tiene que ser el rey del mambo ni tampoco aislarse y no tomar parte de las conversaciones. El más aconsejable es disfrutar del rato con los compañeros y recordar que, aunque no lo parezca o que no nos guste, hay una cierta obligatoriedad de asistir a este acontecimiento social. Os es familiar que el propietario de la empresa o el director general se pregunte por los motivos de la ausencia de una persona u otra? Si uno quiere caer en gracia, hay de ir.
Hay que aprovechar la oportunidad para relacionarse con compañeros con los cuales sólo interactúas en situaciones de cierta presión profesional. Este hecho puede limar algún malentendido y permite conocer otros aspectos y facetas personales.
La comida de Nadal es, sobre todo en grandes organizaciones, una buena ocasión para poner cara a personas de las cuales sólo se sabe el tono de voz o el estilo en la redacción de un correo electrónico, porque la relación profesional se establece a distancia. Y, sobre todo, por encima de todas las cosas, hay que ser discreto, muy discreto con los flirtejos (sean propios o ajenos) y no caer en la trampa de explicar los detalles el día siguiente.
Si eres directivo
Por otro lado, al directivo le toca una situación algo más comprometida porque tiene que hacer los honores tanto hacia la propiedad como hacia los colaboradores. Además del que se ha citado anteriormente, del directivo se espera formalidad y medida. Los trabajadores quieren que su cabeza más directa esté presente a la cena, pero no en contacto directo con ellos (no fuera caso que sólo hablara de trabajo). La relación fluida con los colaboradores es básica para generar un buen equipo por lo cual hay que hacer entrenamiento en estrategias de teambuilding . Aprovechar el rato del aperitivo para estrechar vínculos con los miembros del equipo es una muy buena opción. Esperar a hacerlo durante la sobremesa puede jugar malos pases.
Por último, desde el punto de vista de la dirección general o la propiedad de la empresa, hay que evitar hacer evidente que se conoce al avance el menú o el que cuesta. Queda rotundamente prohibido mencionar si ha sido la esposa, la adjunta o el secretario quien ha hecho la reserva o porque se ha elegido este lugar y no otro. Todos estos detalles son sobrers y no aportan nada más que el afán de poner de manifiesto la situación de poder de uno respecto del resto.
Recomiendo, para no decir que es obligado, dedicar unas palabras a todos los asistentes. Es un momento ideal para contribuir a la promoción del sentido de pertenencia a la organización, para hacer sentir los "colores" corporativos. Por lo tanto, es indispensable prepararse bien la intervención, enristrarla a la motivación del equipo, y que contenga información positiva, nuevos retos y objetivos empresariales. Queda rotundamente prohibido anunciar recortes presupuestarios o medidas difíciles de encajar o que provoquen animadversión.
En estos momentos, ya sólo toca elegir qué pedir después del habitual aperitivo y entrando de pica-pica: filete o dorada?
Si eres un trabajador
Como trabajador, y desde un punto de vista estrictamente crematístico, se tiene que aprovechar un acto de estas características porque normalmente la empresa suele pagar la comida y, a veces, incluso las copas del final. Si uno se lo pierde, siempre tendrá la recança de no haber tenido la oportunidad de estar al día del lavadero que se hará y de los comentarios y bromas que se derivarán los días posteriores.
También es importante tener cordura con el consumo de alcohol: no se tiene que beber más de la cuenta. Ni se tiene que ser el rey del mambo ni tampoco aislarse y no tomar parte de las conversaciones. El más aconsejable es disfrutar del rato con los compañeros y recordar que, aunque no lo parezca o que no nos guste, hay una cierta obligatoriedad de asistir a este acontecimiento social. Os es familiar que el propietario de la empresa o el director general se pregunte por los motivos de la ausencia de una persona u otra? Si uno quiere caer en gracia, hay de ir.
Hay que aprovechar la oportunidad para relacionarse con compañeros con los cuales sólo interactúas en situaciones de cierta presión profesional. Este hecho puede limar algún malentendido y permite conocer otros aspectos y facetas personales.
La comida de Nadal es, sobre todo en grandes organizaciones, una buena ocasión para poner cara a personas de las cuales sólo se sabe el tono de voz o el estilo en la redacción de un correo electrónico, porque la relación profesional se establece a distancia. Y, sobre todo, por encima de todas las cosas, hay que ser discreto, muy discreto con los flirtejos (sean propios o ajenos) y no caer en la trampa de explicar los detalles el día siguiente.
Si eres directivo
Por otro lado, al directivo le toca una situación algo más comprometida porque tiene que hacer los honores tanto hacia la propiedad como hacia los colaboradores. Además del que se ha citado anteriormente, del directivo se espera formalidad y medida. Los trabajadores quieren que su cabeza más directa esté presente a la cena, pero no en contacto directo con ellos (no fuera caso que sólo hablara de trabajo). La relación fluida con los colaboradores es básica para generar un buen equipo por lo cual hay que hacer entrenamiento en estrategias de teambuilding . Aprovechar el rato del aperitivo para estrechar vínculos con los miembros del equipo es una muy buena opción. Esperar a hacerlo durante la sobremesa puede jugar malos pases.
Por último, desde el punto de vista de la dirección general o la propiedad de la empresa, hay que evitar hacer evidente que se conoce al avance el menú o el que cuesta. Queda rotundamente prohibido mencionar si ha sido la esposa, la adjunta o el secretario quien ha hecho la reserva o porque se ha elegido este lugar y no otro. Todos estos detalles son sobrers y no aportan nada más que el afán de poner de manifiesto la situación de poder de uno respecto del resto.
Recomiendo, para no decir que es obligado, dedicar unas palabras a todos los asistentes. Es un momento ideal para contribuir a la promoción del sentido de pertenencia a la organización, para hacer sentir los "colores" corporativos. Por lo tanto, es indispensable prepararse bien la intervención, enristrarla a la motivación del equipo, y que contenga información positiva, nuevos retos y objetivos empresariales. Queda rotundamente prohibido anunciar recortes presupuestarios o medidas difíciles de encajar o que provoquen animadversión.
En estos momentos, ya sólo toca elegir qué pedir después del habitual aperitivo y entrando de pica-pica: filete o dorada?
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