En Miquel Rey marchó a Taiwán el agosto del 2010 para dar clases de castellano. Unos años más tarde ha puesto en marcha Llagut, una empresa de bolsas de cuero de gran calidad y diseño propio que se abre camino en Taiwán. Cuando se piensa en el desarrollo económico de los países asiáticos, el modelo productivo chino, basado en la producción masiva, los precios baratos y los bajos costes laborales aparecen rápidamente en escena. Pero también la pujanza tecnológica del Japón.
Es entre estos dos gigantes donde la economía taiwanesa busca su lugar. Ante la imposibilidad de competir con el modelo chino, su desarrollo empresarial se basa en la introducción de criterios de valor añadido en sus productos. Los productos de Llagut encajan precisamente en esta visión de la economía.
Taiwán, entre la China y Japón
Rey, un joven leridano que estudió traducción e interpretación en la Universitat Autònoma de Barcelona, y su socia, la Chichen Lin, decidieron emprender conjuntamente en el país asiático y el recibimiento de sus bolsas y carteras ha sido tan buena que ya han abierto una segunda tienda.
"Llagut es un proyecto que empezó muy a la tremenda, inicialmente fue un proyecto para importar menorquinas, para probar si este zapato tenía salida a Taiwán", comenta Rey. Encomendaron a una empresa de Zaragoza que las produjera para llevarlas a la República de la China. Después de tres pedidos decidieron reorientar el negocio y apostar por el diseño propio.
Del avarca a la bolsa de diseño
"Por principios dejamos de producir las menorquinas, porque no podemos influir en el proceso de diseño", dice Rey, pero el hecho que otras marcas las importaran, ayudó a decantar la decisión.
Fue entonces cuando Llagut empezó a perfilarse cómo es actualmente: una marca de productos de piel, de ternera y de cordero; sus bolsas, carteras y mochilas tienen unas líneas simples pero con personalidad y una alta calidad. "Yo nunca me había planteado diseñar bolsas, pero mi socia tiene la ma rota", dice Rey. La marca, que toma el nombre de los barcos típicamente mediterráneos, se inspira en la vida al sur de Europa, combinado con un diseño contemporáneo y materiales elegans de primera calidad.
Uno de los valores añadidos de esta marca es que controlan todo el proceso de producción. Los dos emprendedores visitaron Ubrique (Cádiz) para introducirse en el mundo de la piel y actualmente trabajan con pieles japonesas, de Taiwán, italianas, de alemana y Portugal. "El problema de la piel española es que tiene dos extremos de calidad, un más trueque, perfecto para hacer zapatos, y otra como por ejemplo la igualadina, muy buena y cara, que no nos conviene", apunta Rey. Actualmente, la marca está en conversaciones con un productor de Croacia, "que hace un tracking muy bueno y pasa todos los controles de calidad para exportar en Europa o en los Estados Unidos".
La exportación, precisamente, es la asignatura pendiente de Llagut. "En Europa se tiene que exportar al por mayor y no tenemos una producción tan gorda para que sea rentable –de cada modelo producimos entre 50 y 60 bolsas con todas las variaciones de colores-. Aparte, ahora mismo no tenemos tiempo, no damos para todo. Pero lo tenemos que hacer, a pesar de que el mercado europeo todavía está un poco flojo", explica el emprendedor y añade: "En la China no exportamos. A Hong-Kong sí, culturalmente son más cercanos. Pero quizás es más bien un tema de estilo. Todo y el crecimiento chino, es complicado, sobre todo por la mala relación entre Taiwán y la China. Tuvimos oferta para abrir en Shanghai a primeros de emprender, pero es una ciudad muy cara: necesitas un contacto que conozca bueno cómo funciona para introducirte".
Este mes de septiembre, los dos emprendedores han abierto la segunda tienda-estudio en Taiwán, a la ciudad de Taipeh, a las que se tienen que sumar varios puntos de venta al mismo país. El recibimiento del producto en este mercado ha sido buena, teniendo en cuenta que una bolsa pequeña cuesta unos 150 euros y una mochila entre 400 y 500 euros. "Tenemos un precio justo por la producción que hacemos y por la calidad que ofrecemos", explica Rey. "El negocio va bien, crece. Los beneficios los reinvertim casi todos en la empresa".
Esta segunda tienda concentra el estudio donde diseñan las bolsas, pero también es la casa donde vive Rey. "A los clientes los gusta mucho poder ver como se hacen las cosas", apunta Rey y añade que incluso "hay un centro comercial donde la segunda planta está dedicada exclusivamente a artesanos que trabajan en directo".
Emprender para aprender
En una sociedad como la taiwanesa, llama la atención que un extranjero emprenda y de alguna manera es "un atractivo más de la marca". Taiwán está muy alerta de todo aquello que pasa afuera de su país, "quizás porque ha sido colonia española, holandesa y japonesa antes de formar parte de la China. Culturalmente hay una adoración por el que viene de fuera y por eso quizás nos han recibido con los brazos abiertos".
Para el joven leridano, emprender fue una manera de desvincularse de "ser profesor, porque no creo que quiera serlo toda la vida y quiero seguir aprendiz. Poner una empresa es aprender sobre marketing, distribución, diseño, mejorar... Emprender sirve para aprender constantemente. Los estudios no son una cosa básica para hacer cosas a la vida", sentencia Rey.
Es entre estos dos gigantes donde la economía taiwanesa busca su lugar. Ante la imposibilidad de competir con el modelo chino, su desarrollo empresarial se basa en la introducción de criterios de valor añadido en sus productos. Los productos de Llagut encajan precisamente en esta visión de la economía.
Taiwán, entre la China y Japón
Rey, un joven leridano que estudió traducción e interpretación en la Universitat Autònoma de Barcelona, y su socia, la Chichen Lin, decidieron emprender conjuntamente en el país asiático y el recibimiento de sus bolsas y carteras ha sido tan buena que ya han abierto una segunda tienda.
"Llagut es un proyecto que empezó muy a la tremenda, inicialmente fue un proyecto para importar menorquinas, para probar si este zapato tenía salida a Taiwán", comenta Rey. Encomendaron a una empresa de Zaragoza que las produjera para llevarlas a la República de la China. Después de tres pedidos decidieron reorientar el negocio y apostar por el diseño propio.
Del avarca a la bolsa de diseño
"Por principios dejamos de producir las menorquinas, porque no podemos influir en el proceso de diseño", dice Rey, pero el hecho que otras marcas las importaran, ayudó a decantar la decisión.
Fue entonces cuando Llagut empezó a perfilarse cómo es actualmente: una marca de productos de piel, de ternera y de cordero; sus bolsas, carteras y mochilas tienen unas líneas simples pero con personalidad y una alta calidad. "Yo nunca me había planteado diseñar bolsas, pero mi socia tiene la ma rota", dice Rey. La marca, que toma el nombre de los barcos típicamente mediterráneos, se inspira en la vida al sur de Europa, combinado con un diseño contemporáneo y materiales elegans de primera calidad.
Uno de los valores añadidos de esta marca es que controlan todo el proceso de producción. Los dos emprendedores visitaron Ubrique (Cádiz) para introducirse en el mundo de la piel y actualmente trabajan con pieles japonesas, de Taiwán, italianas, de alemana y Portugal. "El problema de la piel española es que tiene dos extremos de calidad, un más trueque, perfecto para hacer zapatos, y otra como por ejemplo la igualadina, muy buena y cara, que no nos conviene", apunta Rey. Actualmente, la marca está en conversaciones con un productor de Croacia, "que hace un tracking muy bueno y pasa todos los controles de calidad para exportar en Europa o en los Estados Unidos".
La exportación, precisamente, es la asignatura pendiente de Llagut. "En Europa se tiene que exportar al por mayor y no tenemos una producción tan gorda para que sea rentable –de cada modelo producimos entre 50 y 60 bolsas con todas las variaciones de colores-. Aparte, ahora mismo no tenemos tiempo, no damos para todo. Pero lo tenemos que hacer, a pesar de que el mercado europeo todavía está un poco flojo", explica el emprendedor y añade: "En la China no exportamos. A Hong-Kong sí, culturalmente son más cercanos. Pero quizás es más bien un tema de estilo. Todo y el crecimiento chino, es complicado, sobre todo por la mala relación entre Taiwán y la China. Tuvimos oferta para abrir en Shanghai a primeros de emprender, pero es una ciudad muy cara: necesitas un contacto que conozca bueno cómo funciona para introducirte".
Este mes de septiembre, los dos emprendedores han abierto la segunda tienda-estudio en Taiwán, a la ciudad de Taipeh, a las que se tienen que sumar varios puntos de venta al mismo país. El recibimiento del producto en este mercado ha sido buena, teniendo en cuenta que una bolsa pequeña cuesta unos 150 euros y una mochila entre 400 y 500 euros. "Tenemos un precio justo por la producción que hacemos y por la calidad que ofrecemos", explica Rey. "El negocio va bien, crece. Los beneficios los reinvertim casi todos en la empresa".
Taller desde donde trabaja la marca de diseño de bolsas de piel. Cedida |
Esta segunda tienda concentra el estudio donde diseñan las bolsas, pero también es la casa donde vive Rey. "A los clientes los gusta mucho poder ver como se hacen las cosas", apunta Rey y añade que incluso "hay un centro comercial donde la segunda planta está dedicada exclusivamente a artesanos que trabajan en directo".
Emprender para aprender
En una sociedad como la taiwanesa, llama la atención que un extranjero emprenda y de alguna manera es "un atractivo más de la marca". Taiwán está muy alerta de todo aquello que pasa afuera de su país, "quizás porque ha sido colonia española, holandesa y japonesa antes de formar parte de la China. Culturalmente hay una adoración por el que viene de fuera y por eso quizás nos han recibido con los brazos abiertos".
Para el joven leridano, emprender fue una manera de desvincularse de "ser profesor, porque no creo que quiera serlo toda la vida y quiero seguir aprendiz. Poner una empresa es aprender sobre marketing, distribución, diseño, mejorar... Emprender sirve para aprender constantemente. Los estudios no son una cosa básica para hacer cosas a la vida", sentencia Rey.
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