Bienvenidos en el gran debate sobre el futuro de Europa

A diferencia de la mayoría de los himnos nacionales, el himno de Europa no es una canción de guerra. Es el Himno de la Alegría, una melodía de Beethoven que pone música a unos versos del poeta alemán Friedrich Schiller. En alemán, por cierto, las palabras 'paz' y 'alegría' se asemejan fuerza ('frieden' y 'freude') lo cual me hace pensar que nuestro himno es una celebración de la alegría de la paz. La alegría de haber cambiado el odio por la solidaridad, la ruina por la prosperidad, la guerra por la paz. El 9 de mayo, Día de Europa, es una buena ocasión para recordarlo, especialmente este año que celebramos el 60è aniversario de la firma de los Tratados de Roma, el acta de nacimiento de la actual UE.

Hace sesenta años los seis países fundadores de la UE relegaron los fantasmas del pasado y asentaron las bases de un proyecto que no sólo permitió reconstruir y traer la paz a un continente arrasado después de un conflicto de dimensiones trágicas sino que, a lo largo de los años, ha creado un espacio de libre circulación de personas, un mercado único, una moneda común, un tribunal de justicia, un espacio europeo de educación, un Consejo Europeo de Investigación que apoya a investigadores excelentes y atrae talento.... Y aquello que empezó con seis países se ha ampliado, ha consolidado la democracia y ha conseguido reunificar el continente.

Pero si los éxitos de estos 60 años de proyecto europeo son evidentes, también lo es el hecho que Europa afronta un conjunto de crisis simultáneas que lo obligan a replantearse el futuro. Justo cuando la recuperación de la crisis económica se empezaba a sentir la Unión se ha visto desbordada por una serie de retos mayúsculos: la guerra de Siria y la crisis de refugiados, el Brexit, las tensiones con Rusia, el terrorismo...

Es el momento de buscar nuevas respuestas en una pregunta que nos ha acompañado siempre: cuál es la próxima etapa? Nadie puede dar una respuesta única, porque Europa no se puede gobernar a través de decretos ni dirigir desde una 'torre de marfil'. Cómo ha dicho el vicepresidente de la Comisión Europea, Frans Timmermans, "Europa no es Bruselas, ni sus instituciones... Europa es al corazón de la gente, es el sentimiento que compartimos un destino común". Por eso, la cuestión sobre el futuro de Europa se tiene que someter a la ciudadanía.

Hace tiempo que participo, en todo Cataluña, en el que denominamos Diálogos ciudadanos y que son nada más y nada menos que encuentros con la gente. Encuentros para hablar con los ciudadanos y escuchar cuáles son sus preocupaciones, ideas, quejas e inquietudes. En estas visitas me reúno también con representantes de ayuntamientos, pequeños empresarios, estudiantes... He hecho más de una treintena de estos diálogos y la pregunta clave es la misma: qué Europa queréis?

El presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, presentó en marzo un libro blanco con cinco posibles escenarios de futuro para la Unión Europea y abrió el gran debate sobre el futuro de la Unión. Tiene que ser un debate abierto, sin tabúes, catastrofismos ni utopías. Un debate sincero y profundizado sobre qué queremos que sea nuestra unión.

Hace sesenta años Europa consiguió el que parecía inabarcable: convertir una sucesión infinita de guerras y destrucción en un largo periodo de paz y prosperidad. Pero esta Europa no es una realidad inmutable. Para celebrar el Día de Europa, os invito a participar en este debate: habláis, opináis, haceos sentir! Europa siempre ha sido una elección y hoy lo sigue siendo. Y la última palabra lo tienen que tener los ciudadanos.
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