Entiendo por capital humano de un país (en su aspecto relacionado con la economía) la acumulación de conocimientos, habilidades, y motivaciones de las personas que viven, que trabajan, que ha trabajado o que querrían trabajar... Es importante examinar las relaciones que hay entre la intensidad y la calidad de los sistemas educativos, el funcionamiento del mercado de trabajo, y la eficiencia de la actividad económica. Evidentemente, la formación personal no se puede de ninguna forma basar sólo en las necesidades de la actividad económica, porque otras finalidades personales mucho más importantes. Pero tampoco se puede olvidar este aspecto.
Hablo una vez más de la relación entrela economía y el sistema educativo. Hace ya bastantes meses daba unas cifras, que ahora amplío. Cuando comparamos la estructura de la población adulta española, y también la catalana, en función de los niveles de formación logrados (baja 47%, media 22%, y alta 31%) con la que hay al conjunto de la UE (27%, 47%, 26%), observamos una inmensa presencia de personas con poca formación, una relativa similitud en la de personas de nivel universitario, y una gran carencia de personas con formación mediana, que paradójicamente es la que supone el grupo más grande en las sociedades europeas. Esta diferencia, esta debilidad de la población con conocimientos y habilidades de carácter mediano explica en buena parte bastantes de los problemas de nuestra economía (baja productividad, dificultades de competitividad, bajas retribuciones salariales, y desajustos importantes entrela oferta y la demanda de trabajo que generan paro y subocupación).
Las grandes preguntas son: tenemos una economía poco productiva porque tenemos unos sistemas de formación poco eficientes y desequilibrados, o tenemos unos sistemas educativos así porque responden a una demanda de trabajo poco calificado por parte de las empresas? El origen del problema es el sistema educativo, o es el sistema productivo? Quién tiene la culpa?
Creo sinceramente que hay por los dos. Por un lado el sistema educativo ha menystingut a menudo los aspectos de transmisión de habilidades y se ha centrado en la transmisión de conocimientos (de aquí la poca atención y consideración de la formación profesional); y de la otra, el modelo económico ha buscado demasiado a menudo (sobre todo últimamente) actividades centradas en productos y servicios de baja productividad, basados más en coste que en la calidad (construcción, turismo...).
Tenemos que reaccionar urgentemente para ir configurando un modelo económico de más calidad, y paralelamente un sistema educativo más adaptado a las nuevas necesidades, tanto personales como económicas. Esto puede ser lento; pero sobre todo no tenemos que olvidar que la formación no es una tarea que afecta exclusivamente la primera etapa de la vida, sino que la adaptación se puede ir tirando a lo largo de toda ella, cosa que no nos hemos tomado todavía seriamente. Hay que utilizar más la formación de adultos. En los países norteños de Europa llega al 25% el número de ciudadanos que están siguiendo esta formación, mientras aquí no pasa del 10%. Con ella podríamos hacer más rápido y más eficaz el cambio.
Hablo una vez más de la relación entrela economía y el sistema educativo. Hace ya bastantes meses daba unas cifras, que ahora amplío. Cuando comparamos la estructura de la población adulta española, y también la catalana, en función de los niveles de formación logrados (baja 47%, media 22%, y alta 31%) con la que hay al conjunto de la UE (27%, 47%, 26%), observamos una inmensa presencia de personas con poca formación, una relativa similitud en la de personas de nivel universitario, y una gran carencia de personas con formación mediana, que paradójicamente es la que supone el grupo más grande en las sociedades europeas. Esta diferencia, esta debilidad de la población con conocimientos y habilidades de carácter mediano explica en buena parte bastantes de los problemas de nuestra economía (baja productividad, dificultades de competitividad, bajas retribuciones salariales, y desajustos importantes entrela oferta y la demanda de trabajo que generan paro y subocupación).
Las grandes preguntas son: tenemos una economía poco productiva porque tenemos unos sistemas de formación poco eficientes y desequilibrados, o tenemos unos sistemas educativos así porque responden a una demanda de trabajo poco calificado por parte de las empresas? El origen del problema es el sistema educativo, o es el sistema productivo? Quién tiene la culpa?
Creo sinceramente que hay por los dos. Por un lado el sistema educativo ha menystingut a menudo los aspectos de transmisión de habilidades y se ha centrado en la transmisión de conocimientos (de aquí la poca atención y consideración de la formación profesional); y de la otra, el modelo económico ha buscado demasiado a menudo (sobre todo últimamente) actividades centradas en productos y servicios de baja productividad, basados más en coste que en la calidad (construcción, turismo...).
Tenemos que reaccionar urgentemente para ir configurando un modelo económico de más calidad, y paralelamente un sistema educativo más adaptado a las nuevas necesidades, tanto personales como económicas. Esto puede ser lento; pero sobre todo no tenemos que olvidar que la formación no es una tarea que afecta exclusivamente la primera etapa de la vida, sino que la adaptación se puede ir tirando a lo largo de toda ella, cosa que no nos hemos tomado todavía seriamente. Hay que utilizar más la formación de adultos. En los países norteños de Europa llega al 25% el número de ciudadanos que están siguiendo esta formación, mientras aquí no pasa del 10%. Con ella podríamos hacer más rápido y más eficaz el cambio.
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