De la ciencia al Nasdaq en 15 años

Hacia el 2001, bajo la dirección de Eugeni Terreno, entonces Director de Innovación del CIDEM, empezamos a desplegar desde la Generalitat una serie de programas absolutamente pioneros en creación de empresas de base científica. Se trataba de desarrollar en las universidades estructuras dedicadas de emprendeduría (algo muy innovador entonces), para detectar e impulsar iniciativas con fuerte proyección empresarial. Eran los llamados "Trampolines Tecnológicos".

El programa se complementaba con ayudas directas, a fondo perdido, a los científicos emprendedores que tuvieran ideas de mayor impacto, el que denominábamos Capital Concepto. Recursos para apoyar a los primeros años de vida de la nueva empresa, para acabar de conceptualizar el modelo de negocio y de probar el escalabilitat de la tecnología. Es el que conocemos ahora como early stage, aquellas fases en el desarrollo de un proyecto innovador en que la propuesta de valor es tan immadura que no atrae todavía el interés de los inversores privados.

En aquella época me reencontré con Andreu Riera, con quién habíamos compartido aulas y deporte años atrás en Manresa. La última vez que lo había visto, hacia el 1998, estaba acabando su doctorado en informática a la UAB, y estaba neguitós por su futuro, optando a una beca de investigación o algo similar que le permitiera subsistir. Debía de ser el 2001 o 2002 cuando presentó su proyecto de empresa de criptografía por Internet a los programas de ayuda Capital Concepto.

El 2003 coincidimos en uno de los "Puentes Tecnológicos" a Silicon Valley, coorganizados con La Salle y con la Cámara de comercio. Allá, si no recuerdo mal, conoció a en Pere Vallès, el actual CEO de la empresa que fundó: Scytl. Desgraciadamente, Andreu nos dejó en un fatal accidente el 2006, pero en Pere Vallès y su equipo siguieron desarrollando su legado, Scytl, que ha acontecido uno de los grandes éxitos del sistema de innovación catalán. Con más de 600 empleados, hoy en día Scytl prepara su entrada al NASDAQ, el principal mercado financiero mundial de alta tecnología, después de ser participada por el fondo de capital riesgo Vulcan (propiedad de Paul Allen, co-fundador de Microsoft), de recibir más de 100 millones de euros de inversión, y de ganar el concurso de adjudicación del escrutinio provisional de votos en las próximas elecciones generales al Estado.

Aquellos años fueron de efervescencia en emprendeduría universitaria. La creación de un instrumento nuevo como el Capital Concepto despertó el interés de un buen número de científicos emprendedores. Hacia el 2001, también, conocí en Carles Buesa, biólogo molecular que volvía de hacer su estancia postdoctoral al extranjero y, como que no pudo optar en una plaza en la Universidad, decidió crear su propia empresa: Oryzon Genomics. Oryzon fue una de las primeras empresas que disfrutó de las ayudas Capital Concepto en el campo biotecnológico. Casi 15 años después, Oryzon se ha convertido en una emprendida líder mundial en epigenética orientada al cáncer y a las enfermedades neurodegeneratives. Planea debutar a la bolsa de Madrid como paso previo a cotizar también al NASDAQ.

El sistema universitario y de investigación catalán genera unas 40 empresas de base científica y alto potencial de crecimiento cada año. Las primeras promociones de empresas surgidas de la Universidad, hace 15 años, apenas ahora llegan a la élite mundial. Nuestro sistema financiero no propulsa empresas de las aulas al NASDAQ en tres años, como sí que hace el sistema americano. Pero tenemos la base, disponemos de tecnología y tenemos capacidad de cambiar la estructura económica del país si generamos un flujo continuado de ejemplos como estas. 

No sabemos qué habría pasado si en aquellos momentos embrionarios, Andreu o Carles no hubieran tenido apoyo de la Generalitat. En todo caso, como hacen las economías líderes, este tipo de emprendedor no puede ser tratado por el mercado financiero como alguien que se hipoteca para comprar un piso. Tenemos que detectar estas empresas. Tenemos que acelerar su proceso de crecimiento, con mecanismos como el antiguo Capital Concepto (o como el actual programa "Industria del Conocimiento" de la Dirección general de Investigación).

Hay que ofrecerlos mecanismos de compra pública innovadora (Andreu explicaba que los primeros contratos de Scytl los consiguieron con la administración suiza por las elecciones de sus Lados: ninguna administración catalana o española se fió de ellos). Hace falta apoyo financiero de muy alto riesgo en las fases early-stage, apoyar al management y a la creación de equipos, tratarlos con sentido estratégico y esperar pacientemente a que nuestra economía se convierta realmente en una economía competitiva y basada en conocimiento. Lo tenemos a tocar.
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