El reto: de administrar a gestionar personas

Los industriales hace años apostaron por la calidad, entente como el instrumento clave para diferenciar sus productos y conseguir la competitividad en los mercados globales. Unos mercados que de forma dinámica y acelerada plantean nuevos retos, en los cuales competir por precio es una batalla perdida. Una competencia que exige analizar las tendencias tanto explicitas como implícitas y ser capaz de dar respuestas rápidas y anticipadas.

Lograr la calidad en los productos y una respuesta rápida para aprovechar las oportunidades y conquistar la aceptación del cliente, exige interiorizar la innovación , la internacionalización y la mejora permanente de la cartera de productos . Unas exigencias que tienen que ir acompañadas de la voluntad de asumir las problemáticas de entornos con regulaciones asimétricos y con escasa protección ante las copias y falsificaciones .

En consecuencia el escenario de competencia actual obliga en primer lugar, y de forma progresiva, a afrontar el reto de la fabricación inteligente, el que implica el uso de las tecnologías computacionales e Internet, con el fin de disponer de sistemas capaces de procesar y almacenar la información, así como transformar las fábricas en plantas digitalizadas y que integren sistemas automáticos inteligentes, robots, los cuales, de forma ágil, tienen la capacidad de interactuar entre sí y simultáneamente con las personas.

En segundo lugar la necesidad de disponer de personas formadas, preparadas, cohesionadas y motivadas. Un equipo de profesionales que asumen los retos de la industria, como desafíos en el ámbito personal.

Además complejidad, a mayor nivel de tecnificación y automatización, emerge con más bastante la importancia del equipo humano. La gestión del capital humano se convierte en la clave del éxito de las organizaciones, por eso las organizaciones tienen que entender y asumir como propias la problemática en que se encuentra la sociedad actual, la cual está inmersa en un escenario de altísima volatilidad.

Hoy en día, las informaciones y los hechos se producen de forma acelerada. La relatividad gana terreno y las incertidumbres se imponen en las relaciones personales y en las profesionales. Afrontar este entorno, comporta asumir la importancia de los equipos humanos, que configuran las organizaciones y 'el estado de ánimo' de las personas que los configuran. Un equipo motivado, comprometido con la organización, es la base del éxito en cuanto a los retos que la actividad diaria presenta. Una motivación que está directamente asociada en la forma de gestionar las emociones propias y como estas se imbrican en las relaciones con los otros.

Sin duda, afrontar el binomio emociones/motivaciones y entender como este binomio condiciona el progreso y éxito de toda organización, es uno de los desafíos claves de las empresas, que quieren mejorar y consolidar sus posiciones. Gestionar la inteligencia emocional en un entorno cambiante y de crisis y evitar las transiciones aceleradas de los estados de chasco a los de euforia en un instado son cuestiones claves a resolver por todas las organizaciones. Unas organizaciones que, con mucha frecuencia, siguen teniendo departamentos de administración de personal en lugar de departamento de gestión de recursos humanos.

Ahora que se inicia un nuevo año, en el que los proyectos se acaban de perfilar y se entomen las acciones para aprovechar la mejora de los indicadores macroeconómicos, creo que es el momento de asumir, de una vez por todas, la importancia de las personas que configuran las organizaciones.

Cuidarlas, potenciarlas y garantizar su progreso professional y personal, de forma simbiótica con el progreso de toda organización, acontece sin duda el auténtico talón de Aquiles a resolver.

De hacerlo o no hacerlo, de acertar o no en su gestión está en juego la competencia y el progreso de toda organización. Es por esta razón, que se puede afirmar que de nada sirve la inversión en tecnología, sin invertir a mejorar o potenciar el capital humano.
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