El valor añadido como objetivo

Todo cambia a una gran velocidad, más grande de la que percibimos. Leyendo las noticías, o siguiendo los informativos, desde el crash se nos presenta la caída en un bache del cual no acabamos de salir. Esperamos tocar fondo el más bien posible para empezar a salir del pozo donde estamos metidos, iniciando una recuperación lenta pero como mínimo constando que nos permita mirar hacia arriba, con una cierta esperanza y con el falso consuelo de pensar que el mañana será algo mejor. No es esto la confianza en el futuro?

Dudo que salimos con unas condiciones similares a las de antes de la pesadilla. No sólo el de la recesión, también del que había antes de toda la efervescencia del ladrillo y del crédito 'fácil' en detrimento de actividades quer reforzaran el tejido industrial, más productivas y de voladizo más amplía. Me refiero a los niveles de paro con el que contaba este país durante los años 1999-2000, rondando el 15%. Saldremos pero vamos a peor.

"A principios del siglo XX se necesitaba un equipo de cien hombres trabajando durante una semana para descargar un barco que llegaba al puerto de Londres", anécdota del Dr. Santiago Niño Becerra en una de sus múltiples apariciones en los medios, que marca la tendencia del que nos viene encima. La productividad y el valor añadido se han convertido en la clave, quién pueda aportar algo diferente, necesario, mejorando la eficiencia de los procesos y la calidad de los productos o servicios estará dentro del círculo de profesionales muy remunerados y con unas perspectivas laborales esperanzadoras. El resto quedarán fuera, dedicándose a administrar la escasez de oportunidades y de ingresos.

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