Energía: una urgencia para el 2016

No es paso seguro, pero hay que esperar que los primeros meses del año próximo haya gobiernos consistentes y establos, tanto en Madrid como Barcelona. Si es así, hay que esperar que las políticas relacionadas con la economía y el bienestar de los ciudadanos recuperen unos niveles de prioridad muy superiores a los que han tenido recientemente.

Entre otras urgencias, es imprescindible revisar sustancialmente nuestras políticas energéticas. He dicho a menudo que para vivir en la tierra, en último término, las personas sólo necesitamos recibir un flujo de energía y otro flujo de información. El primero da vida a nuestras células, y nos da a las personas capacitado de movimientos, de confort, y de fabricar herramientas que nos ayuden.

El segundo hace que nuestras neuronas nos permitan conocer, pensar, decidir, y sentir emociones. Hemos avanzado mucho los últimos años en poder acceder, guardar, e intercambiar todo tipos de información. Pero hemos hecho pasos atrás en la disponibilidad de energía, puesto que cada vez es menos segura, más cara, y tiene unos efectos más negativos.

La culpa de esto es la inercia actual a seguir consiguiendo la energía a través de quemar combustibles fósiles acumulados durante millones de años en el planeta. Es menos segura porque las reservas van disminuyendo (y en nuestro caso no existen ni muy bien han existido nunca); es más cara por el coste creciente de recuperarla y de transformarla; y es más perjudicial por sus efectos sobre el cambio climático.

Tanto España como Cataluña somos territorios que reciben, como pocos, una cantidad extraordinaria de energía proviniendo del solo. Podríamos utilizarla, sea directamente (solar), sea a través del viento (eólica), sea a través de la lluvia (hidráulica). Si hiciéramos esto, reduciríamos nuestra dependencia exterior, ahorraríamos dinero a los consumidores, mejoraríamos la competitividad de nuestras empresas, y contaminaríamos menos.

Existen ya las tecnologías necesarias para hacerlo en un coste razonable. Unos cuántos países norteños de Europa han decidido, ya hace años, hacer una transición desde las energías fósiles a las energías renovables. Y en cambio, aquí, los gobiernos están siendo lentos, dudosos, y poco acertados en este tipo de políticas. Veremos, en los próximos meses iniciativas políticas decididas en esta dirección? Seremos capaces de hacer frente a la inercia, y decantar las trabas que algunos intereses económicos están poniendo?

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