La regulación a la eurozona de la deuda pública en manso de las entidades financieras descansa sobre 3 principios básicos:
1. La deuda pública es un activo sin ningún riesgo, a pesar de que la experiencia de Grecia nos dice que se tuvieron que reconocer importantes reducciones en su valor.
2. La deuda pública se considera una garantía plenamente suficiente para que el banco comercial obtenga financiación barata e ilimitado por parte del Banco Central.
3. La deuda pública disfruta de la exención del límite máximo del 25% del capital. Como norma, y para diversificar riesgos, un banco no puede concentrar más del 25% de su capital en un solo deudor. Este límite, pero, no opera si el deudor es el estado, porque se considera que el estado no puede quebrar.
Demasiado se ha hablado que esta crisis es culpa de los "mercados" y de la "desregulació". Ni una cosa ni la otra. El epicentro de la grave crisis económica que estamos sufriendo se sitúa en el mercado financiero y el inmobiliario, los dos mercados menos libres y más intervenidos de unas economías ya de por si fuertemente tuteladas por el gobierno.
Por otro lado, el cumplimiento de normas jurídicas generales como el coeficiente de caja del 100% y la limitación de la tenencia de deuda pública, cumpliendo sin excepciones la norma existente, a un 25% del capital de la entidad financiera, contribuiría a romper el círculo vicioso entre el estado y la banca y liberaría recursos para poder financiar las pymes. El hecho que esto, de momento, no sea posible, se debe de a una mala regulación y no a una pretensa "desregulació". Sufrimos los abusos de una regulación consciente y discrecional que privilegia unos determinados sectores por encima de los otros. Muy destacadament, la actual relación existente entre el estado y la banca, generadora de círculos viciosos perversos, descansa sobre la concesión de unos privilegios y tratos de favor mutuos que no pueden tener cabida en una sociedad próspera, libre y justa.