Fahrenheit: Nos han educado las redes sociales

Este viernes se estrena en Cataluña el Fahrenheit 11/9, el último documental del cineasta norteamericano Michael Moore. La película se estrenó el 6 de septiembre al Festival Internacional de Cine de Toronto y llegó a los EE.UU. el 21 del mismo mes, con uno pase previo el día 10 a Flint, su ciudad natal. Lunes a mediodía, en la Universitat Pompeu Fabra tuvimos la oportunidad de asistir a su pre-estreno en el estado. Coincidió con la hora de una clase mía de Comunicación Audiovisual y con el interés de mis alumnos para ir; trasladamos la clase al auditorio.

***SPOILER ALERT***

Escrito, dirigido y producido por Moore, el documental coge la victoria inesperada de Trump como punto de partida y hacerse la pregunta de "como pimientos hemos llegado aquí?" para acabar haciendo un gran llamamiento a la acción "haz algo antes no sea demasiado tarde".

Si una cosa buena tiene Michael Moore es que no engaña nadie. Su actitud partisana lejos de falsas equidistancias es el hilo conductor de su obra, que alcanza cine, televisión, teatro y literatura. El título es ya toda una declaración de intenciones. Fahrenheit 11/9 es un recordatorio de su documental del 2004 Fahrenheit 9/11 que hace referencia a los ataques del 11 de septiembre del 2001 en los EE.UU.. Farhenheit ya hacía alusión a la novela Fahrenheit 451 de Ray Bradbury, una distopia donde los libros estaban prohibidos.

Tampoco engaña con los públicos objetivo del documental. Moore es capaz de encontrar los hechos relevantes para diferentes grupos sociales, coserlos y encontrar el mensaje que los mueva a la acción. Si nos fijamos bien, la película se dirige a los votantes Demócratas que las campañas de Trump consiguieron desmovilizar: afroamericanos, mujeres, hombres blancos y jóvenes.

"Moore es capaz de encontrar los hechos relevantes para diferentes grupos sociales, coserlos y encontrar el mensaje que los mueva a la acción"

El inci es especialmente llevar con el caso del envenenamiento infantil por la ingesta de plomo. Pasó a Flint, la ciudad de Moore, cuando a principios del 2014 una serie de intereses políticos y económicos hizo que la ciudad pasara a consumir el agua cristalina del lago Huron (tiene las reservas de agua dulce más grande del mundo) al agua contaminada del río Flint. Los envenenamientos afectaron principalmente las clases bajas y especialmente los afroamericanos. Si la historia os resulta increíble, esperáis a ver el colofón con visita del entonces presidente Barack Obama.

El segundo grupo a quien se dirige el documental es a las mujeres. Moore habla con varias candidatas a las elecciones de medio mandato al Congrès y al Senado. Una de las protagonistas es la Rashida Tlaib, hija de inmigrants palestinos y que ha salido elegida apenas hace 24 horas; será la primera mujer musulmana en el Congreso. A la Rashida lo habéis visto en uno de los vídeos virales donde los seguidores de Trump sacaban opositores a golpes de sus mítines.

El tercer grupo a quien Moore llama a la acción es al de los hombres blancos de mediana edad y que se han quedado fuera del mercado laboral por culpa de los cambios en el mercado del trabajo. Destaca una conversación con uno de ellos donde reflexiona sobre el hecho que en las últimas elecciones presidenciales los demócratas tenían discurso para todas las minorías sacado de la minoría de hombres blancos de clase mediana.

Y finalmente el mensaje más potente, dirigido a los/por los jóvenes. Moore hace un seguimiento al movimiento Never Again, surgido de los estudiantes supervivientes de la masacre de Parkland (Florida) de febrero del 2018, a quien parece pasarlos el testigo. Este año cuatro millones de jóvenes norteamericanos harán 18 años y es clave que se impliquen con el futuro de sus sociedades. Los jóvenes de Never Again agradecen todo el que hemos hecho las generaciones anteriores por ellos, y que visto que no ha ido demasiado bien piden que nos apartamos y que los dejamos hacer a ellos a partir de ahora. Cuando Moore los dice que quién los ha educado son los adultos, una chica replica de manera inmediata: "No, los medios sociales son quienes nos han educado".

Llegado este punto es cuando al espectador le explota la cabeza y a la vez se hace la luz: si los medios sociales fueron clave para la victoria de Trump (e imitadores) quizás la clave para derrotarlos también es a los medios sociales. Los de Never Again lo tenían muy claro. Yo añadiría los libros, porque si no hay el peligro que pasamos del Fahrenheit 11/9 al Fahrenheit 451.

Para saber por qué la cantante Gwen Stefani es la culpable que Trump sea presidente de los EE.UU. tendréis que ir a ver la película.

Ejercicio para el lector: Ver el documental en clave catalana / española / europea.

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