Hay que poner al día el Día Mundial de Internet

Este martes 17 de mayo es el Día Mundial de Internet, un acontecimiento que se puso en marcha el 2005 por iniciativa de la española Asociación de Usuarios de Internet, y a la que con el paso de los años se han apuntado nuevo países más, todos latinoamericanos: Argentina, Colombia, Ecuador, México, Paraguay, Perú, Uruguay, Venezuela y Chile.

El motivo de esta celebración era, hace 11 años, dar a conocer las posibilidades que ofrecen las tecnologías para mejorar el nivel de vida de los ciudadanos. Pero parece claro que las razones de esta fiesta ya han caducado y que, a casa nuestra, la mayor parte de la ciudadanía ya ha incorporado la tecnología a su rutina diaria. Según el estudio anual de Telefónica sobre el estado del arte en España, un 76% de la población accede en Internet y de estos, el 90% usa herramientas tan cotidianas como los sistemas de mensajería tipo Whatsapp. Según el estudio de la Mobile World Capital sobre la rendija digital en Barcelona, estas cifras se ensartan todavía más arriba en la ciudad de Barcelona, con un 85% de la ciudadanía accediendo cada día a la red.

El canal digital es una solución habitual cuando se trata de comprar cosas, operar con el banco, hacer trámites con la Administración, consultar temas de salud o preparar un viaje, y como decía en Tinet Rubira a una conferencia de hace unos días, "antes pensábamos que nuestra tieta no podría entender según qué cosas, y ahora resulta que la tieta ya tiene dos nietos que viven en Suecia y habla con ellos por Skype".

Ademanes a dedicar un día a tomar conciencia de los temas digitales que marcarán nuestro desarrollo como sociedad, vale más que actualizamos los objetivos. El que ahora nos para no es el nivel de adopción de la tecnología digital por parte de la ciudadanía, sino que el problema lo tenemos en el nivel de adopción y comprensión de la cultura digital por parte de las élites dirigentes. El problema no es tecnológico, sino cultural, y lo tenemos en lo alto de la pirámide.

El que ahora nos tendría que preocupar, y mucho, es la continua llegada de modelos de negocio ultraliberals provenientes de los Estados Unidos, que la Unión Europea haya tardado seis años a desarrollar un reglamento de protección de datos (que encara no está vigente), que nuestras iniciativas de comercio electrónico tengan que competir con casi un 15% de desventaja fiscal respeto otros países europeos, que nuestras empresas no apuesten para desarrollar competencias digitales a sus empleados, que tengamos empresarios que todavía creen que una estrategia digital implica mirar cuántos fans tiene su marca a Facebook, o que la innovación en temas como la enseñanza, la movilidad o la salud se pare por leyes pensadas en el contexto del siglo pasado.

Un porcentaje ampliamente mayoritario de nuestra ciudadanía ha incorporado el hecho digital a sus rutinas. Desgraciadamente, no podemos decir el mismo de nuestros líderes sociales y empresariales, y todavía tenemos masas haciendo su rutina diaria basada en esquemas que hay que actualizar.

 

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