La cultura de empresa, factor de competitividad

Una organización es más competitiva cuando tiene más opciones de éxito. La fórmula contiene factores clave, como lo son la asignatura de la innovación, la estructura de costes y la sistematización de procesos, y componentes estratégicos, como la planificación o el acierto en las directrices a corto, medio y largo plazo.

Estos últimos cinco años han sido un juez implacable en cuanto a la capacidad de resistencia y continuidad de las empresas. Cuando se habla de cómo se lo han hecho todos aquellos que han llegado hasta aquí se atribuyen argumentos como la independencia financiera, la diversificación de la oferta o el logro de nuevos mercados. La internacionalización ha sido causa y efecto, a la vez, en muchos casos.

He seguido con intención las empresas del sector agroalimentario, quizás porque tengo unas cuántas bien cerca y he podido guaitar su evolución. He podido ver como, en este lustro fatídico para casi todos los sectores, buena parte de ellas han crecido con cifras de negocio bastante elocuentes. La mayoría, son pequeñas y medianas empresas y predomina el componente familiar. Se singularizan por un ejercicio permanente en cuanto a la toma de decisiones, siempre en positivo, a caballo del riesgo y el esfuerzo constantes, con la dretura perenne de hacer las cosas muy hechas y con la capacidad de enmendar los errores con la mayor diligencia; todavía más, por el estilo de dirección austero y orientado a la mejora constante, más que no a resultados.

Son empresas, estas, que difícilmente serán invitadas por las prestigiosas escuelas de negocio para explicar su casuística, quizás porque son poca cosa ante la fatuïtat de aquellas instituciones que fabrican ejecutivos estandarizados por los tópicos del éxito y los tabúes del fracaso. Sin embargo, estas empresas de maquinaria discreta reúnen los ingredientes más genuinos de la cultura de empresa, y este sí que es un factor de competitividad, ineludible.

Al frente de las locomotoras agroalimentarias, de estas empresas que van mejor que otras muchas, se encuentran empresarios y empresarias que han sabido declinar los factores de la competitividad -no siempre con conocimientos académicos- y han conseguido hacerse un lugar en sus mercados de referencia. Estas empresas, elaboradoras de pastelería industrial, bases para repostería selecta, vinos y cavas, chocolates y bombones, cafés y bebidas, envasados, precocinados y todo tipo de productos y derivados alimentarios de nueva generación, tienen un denominador común, la innovación, y un sello corporativo que las avala, la cultura de empresa.

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