La moneda y la competitividad

Escribo este artículo en un momento álgido de las negociaciones de Grecia con los países de la Zona Euro. El problema es difícil de resolver. Mi impresión es que no se acabará de cerrar, puesto que si se quiere encontrar una solución definitiva, una de las dos partes (la UE o Grecia) tendría que perder. Ninguno de las dos partes quiere perder, pero tampoco ninguno quiere hacer perder la otra. Por eso pienso que la política permitirá que se vayan consiguiendo acuerdos parciales y soluciones provisionales para ir malviviendo con el problema, a la espera de mejores tiempos, o de cambios en el entorno.

Dejo al margen la actualidad política. Desde un punto de vista empresarial, vale la pena entender el papel clave que tiene actualmente la moneda en la competitividad de las empresas. Se ha dicho siempre que cuando los países se desarrollan, sus empresas pasan sucesivamente por tres etapas de competitividad: competitividad en precios, en calidad, y en innovación. (Yo lo formulo diciendo: "Si no puedes vender un producto a un precio más bajo que tu competidor, hazlo de más calidad; y si tampoco lo consigues, haz un producto nuevo.")

En la primera etapa, las bases de la competitividad son dos. En primer lugar, los costes unitarios; es decir, la relación entre los costes salariales, energéticos, de la inversión..., y la productividad de cada uno de estos factores. Y por otro lado, los márgenes de beneficio. Muy a menudo la empresa no tiene mucho poder para modificar los costes de todo el que compra, y por eso, los esfuerzos se han concentrado o bien en los aumentos de productividad (tanto del factor trabajo, como del capital), o bien aceptando reducir el margen.

Con el incremento del comercio internacional, ha aparecido un nuevo, e importante, factor de competitividad: el valor de la moneda. La devaluación de la divisa propia favorece extraordinariamente a las empresas que venden a clientes otros espacios monetarios. Por otro lado puede perjudicar mucho a las que necesitan comprar energía, materia primera, componentes, o bienes de capital, afuera.

Desgraciadamente, las manipulaciones del valor de la moneda han tenido, a veces, tanta o más importancia en el crecimiento de los países, que los esfuerzos para mejorar la productividad... Digo todo esto, para llamar la atención sobre dos puntos de gran actualidad:

1. Aquellos países que todavía necesitan competir en precios tienen que pensárselo mucho antes de renunciar a su soberanía en la fijación del tipo de cambio para su moneda, y entrar en una unión monetaria con otros países que compiten sobre todo en calidad y en innovación. Tienen que saber que tendrán que hacer unos esfuerzos de productividad más grandes que aquellos a los que están habituados.

2. El valor de las divisas lo controlan de una parte "los grandes Estados", y del otro, el que dicen "los mercados", es decir las grandes corporaciones financieras internacionales, que normalmente pertenecen a estos mismos Estados.

Hay que ser muy realista para entender bien las ventajas y los inconvenientes de la localización de las empresas de cara al mercado mundial, y no olvidar que el verdadero enfrentamiento es entre instituciones políticas y mercado financiero.

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