Las mentiras del Salario Mínimo (II)

Este artículo es la continuación del primero publicado este sábado en la sección de Opinión.

El salario mínimo no se podrá subir mientras la mayoría de empresas no invierten a incrementar su productividad que, a pesar de los grandes discursos, sigue teniendo niveles muy bajos y profesionalizar su personal más allá de la tripartita. Aquí se tiene que cambiar tanto la mentalidad del empresario que sigue considerando los salarios como una carga, una materia primera que se puede bajar para ser competitivo, pero también la mentalidad del trabajador que tiene que abandonar la postura reivindicativa para pasar a una postura más activa en la mejora de esta productividad. Hace poco estuve en una empresa donde se alargaban los tiempos de producción para poder hacer horas extras y obtener ingresos complementarios.

Si analizamos las estadísticas de la Unión Europea, podemos constatar las grandes diferencias que explican porque no estamos preparados para subir los salarios, a pesar de que esta subida es una emergencia social. Como ejemplo, he querido coger dos países:

España:
Horas por año: 1.750 horas - Salario Mediano 2015: 26.027 euros (-0.3%) – SMI 764 euros/mes

Holanda:
Horas por año: 1.419 horas – Salario Mediano 2015: 48.109 euros ( 0.2%) – SMI 1.537 euros/mes

Podemos hacer tantas prometidas políticas cómo queramos, la realidad es esta. Los salarios no salen del patrimonio del empresario, por mucho que algunos lo siguen pensante. Los salarios salen de la capacidad de la empresa para producir más cosas con los mismos costes fijos, invirtiendo en herramientas y en formación del personal para lograr incrementar el margen de la empresa. El resto es un brindis al sol que la economía española pagará muy cara.

Por qué hemos llegado aquí? Encontraríamos varias explicaciones pero me quedaré con dos. Por un lado, después del inicio de la crisis y la drástica bajada de los ingresos, la mayoría de las empresas han optado para recuperar las ventas perdidas compitiendo con precios bajos. Una decisión desesperada que si bien ha podido tener una recompensa inicial inmediata, está siendo mortal por aquellos que lo han practicado. Esta política de precios bajos explica porque muchas empresas han acabando cerrando.

Por el otro, España siempre ha optado para incrementar plantillas para hacer frente al incremento de la demanda en lugar de invertir a mejorar productividad. Con la crisis, el resultado es evidente. Despidos masivos, incremento del paro, con las respectivas consecuencias sociales sobre la economía. Es el pescado que se muerde la cola. Si añadimos una formación deficiente que está condenando toda una generación a no poder acceder a lugares especializados, el desastre está servido.

Sólo nos faltaba un Estado con la ineludible necesidad de cumplir las exigencias de Bruselas de aplicar recortes en los próximos años para acabar de rematar la frágil situación del país que tendrá que destinar los pocos recursos que tiene a tapar agujeros, castigando una clase mediana cada vez más exigua, incrementando la presión fiscal sobre unas pymes en vías de extinción y unos autónomos en situación de emergencia. Las perspectivas no son nada alentadoras porque cómo siempre, en este país acabamos haciendo las cosas de manera impulsiva, atacante las consecuencias del problema sin tener en cuenta todos los factores del problema.

La insignificante subida del salario votada por el actual Gobierno no sirve para nada, es una broma de mal gusto que se incumplirá. Cómo todas las medidas fiscales. Los salarios mínimo español tendría que estar a la misma altura que los europeos, alrededor de los 1.300 euros. Pero si subimos salarios sin solucionar los elementos que permiten hacerlo, el desastre está servido.

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