Libertad responsable y anonimato

Estamos viviendo una interesante situación provocada por tres hechos de actualidad que han coincidido casualmente en los últimos dos meses. Por un lado, el escándalo por la actuación de Cambridge Analítica Ltd, distribuyendo información manipulada, y utilizando datos personales filtrados desde Facebook, no se sabe si por carencia de vigilancia o con consentimiento... Por la otra, la entrada en vigor el próximo día 25 del RGPD (Reglamento General de Protección de Datos) que ya hace un tiempo aprobó la Unión Europea. Y finalmente, el anuncio de Facebook que instala en Barcelona un importante centro de trabajo relacionado con estos temas.

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Están saliendo algunas polémicas alrededor de dos aspectos muy diferentes: la protección de la privacitat de los datos personales, y la calidad de los contenidos que se distribuyen por las redes. Parece que, aunque no sea fácil, se están haciendo pasos positivos en la regulación del primero. Yo quiero ahora hablar del segundo.

Las redes han supuesto grandes ventajas, tanto por el acceso masivo de personas a la comunicación, como por la facilidad, la instantaneïtat, y la libertad. Pero han provocado dos nueces inconvenientes: la reducción del rigor y credibilidad de los contenidos, y la posibilidad de utilizarlos eficazmente con finalidades de agresión a personas o a grupos. No quiero decir que estos dos problemas no existieran en épocas anteriores, pero había menos facilidades, y existían unas regulaciones que intentaban evitarlos, o en todo caso, permitían pedir responsabilidades, a personas o a empresas, si hacía falta.

"Se tiene que impedir la utilización de las redes desde el anonimato, o desde identificaciones falseadas"

Creo que ahora necesitamos una nueva regulación del funcionamiento de las redes y un mayor seguimiento de las empresas que las controlan. Se tiene que evitar todo impulso que trajera hacia algo que pudiera considerarse una "censura" por parte de un ente público o de una empresa privada; pero esto no quiere decir que el derecho a la libertad de expresión, individual o colectiva, no tenga ningún límite. Seguramente no tiene cabeza en el campo de la expresión de opiniones, pero sí que tiene en el campo del respecto a la veracidad, y en el del comportamiento ofensivo. Es por eso que se tendrá que encontrar una regulación equilibrada en cada uno de estos campos. Sería largo extenderme ahora con más consideraciones.

Pero hay una cosa que tengo muy claro porque es el principal obstáculo. Se tiene que impedir la utilización de las redes desde el anonimato, o desde identificaciones falseadas. El anonimato permite la total carencia de rigor y de responsabilidad en las actuaciones, y en los casos graves, impide la posible exigencia de las correspondientes responsabilidades. Aquí es donde las empresas, que obtienen beneficios muy importantes en la gestión de las redes, tendrían que estar obligadas a ejercer algún papel de vigilancia y adquirir una responsabilidad subsidiaria por situaciones de este tipo. Probablemente esta regulación será mucho más polémica que la de la privacitat, y mucho más difícil de implementar, porque tiene que tener un carácter global; pero es importante y a la vez urgente, como nos lo hacen ver muchos hechos recientes.

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