Todo puede ser, pero escúchame un momento, eres un emprendedor, con empujón y con energía para cambiar las cosas. Estoy seguro que te saldrás, pero más allá de crear tu propia empresa tienes la alternativa de crear una corriente de influencia en el negocio donde ahora estás.
Muchos golpes la vieja forma de actuar y de pensar está tanto asentada que sólo puedes ganar en una guerra de desgaste. La convicción y tu talento (súmate al de tu equipo) te traen a un proceso de persuasión de lluvia fina. Poco a poco, como el río que dibuja suaviza la figura del guijarro, implantas tu forma de hacer, primero en tus compañeros y después en vertical. Muéstralos cómo funciona tu operativa de trabajo, aquella nueva herramienta, o como cruces que podríais mejorar vuestra forma de implementar las ideas y los proyectos.
El gran fracaso colectivo es no saber aprovechar el talento de los miembros de nuestra organización. Como individuos no sabemos obtener la visibilidad necesaria para convertir una idea en un cambio que represente una mejora. En el fondo esto es la verdadera innovación, una modificación del procedimiento que nos permita lograr el regreso habitual con mayor facilidad. El individuo es un disparador de la creatividad de la organización, el cambio propuesto por exiguo que sea puede llevar a una secuencia de propuestas que represente algo significativo. No menystinguis tu talento. No menystinguem el individuo.