Rato y Spottorno: como perder credibilidad a golpe de tarjeta 'black'

Febrero de 1994. El entonces presidente de Banesto, Alfredo Sáenz, sustituía los tres consejeros que su entidad tenía al consejo de administración de Antena 3, con el propósito de introducir austeridad en el gasto. "Se considera que se han hecho contratos excesivamente altos", recogía la edición de la ABC del día 16.

Entre los consejeros entrantes había un poco conocido abogado, funcionario en excedencia del cuerpo de la inspección fiscal, que respondía al nombre de Miguel Blesa. Amigo de José María Aznar, Blesa sería con el tiempo el dirigente que convirtió Caja Madrid en paradigma de los excesos de las cajas de ahorros.

Precisamente fue Blesa quién el 3 de junio de 2009 recibía un correo electrónico de Rafael Spottorno, entonces presidente de la Fundación Caja Madrid, donde este segundo afirmaba: "La desvergüenza y lo despilfarro están llegando a unos límites que no resultan aceptables aun cono anchas tragaderas...". La filtración de este mensaje de correo sería la prueba de la firmeza de Spottorno en los tiempos de la desmesura. Además, Spottorno ha ostentado el cargo de cabeza de la Casa Real, donde introdujo medidas de transparencia .

Ahora, pero, Spottorno es junto con Blesa uno de los protagonistas de la polémica generada por las tarjetas opacas al fisco que numerosos directivos de Caja Madrid – Bankia utilizó por usos más que discutibles, caso que ha destapado eldiario.es. El mismo que denunciaba "la desvergüenza y el despilfarro", Spottorno, llegó a gastar 223.900 euros con tarjeta black.

De la lista de malbaratadors vía tarjetas black tampoco se escapa Rodrigo Rato. La paradoja del caso es que Rato, en contraposición a Blesa, pasaba para ser en la opinión pública la persona que había impulsado la austeridad en el seno de la entidad. El año 2010, Rato recortaba sueldos de directivos un 5,4% en 2010. Aparecía públicamente el febrero de 2011, cofoi, anunciando los resultados de estas medidas y otros todavía más radicales, como la negativa a pagar un bonus de 25 millones a los exdirectius del equipo de Blesa. Hoy sabemos que aquel mismo mes –entre el 23 y el 27 - su tarjeta black tiene cargos registrados por valor de 2.276 euros bajo el epígrafe "Club, Salas, Fiesta, Pub, Discoteca". El mes siguiente, salían 3.547 euros bajo el concepto "Abanica bebidas alcohólicas".

El nombre de Rato , además, tenía cierto predicament en algunos entornos, con fama de gestor eficaz de políticas de austeridad desde los tiempos en qué era responsable de la política económica del gobierno de Aznar. "Liberalizaciones, austeridad y cambios fiscales, clavas del éxito de Rodrigo Rato", afirmaba l'ABC del 4 de mayo de 1997. Unos meses antes (31 de febrero), este diario había precisado algunas de las medidas de austeridad dentro de su propio ministerio: "Se controlarán las llamadas telefónicas de los funcionarios, se limitará la adquisición o alquiler de teléfonos móviles para altos cargos, se utilizará la clase turística para los viajes de trabajo, se potenciará lo uso del transporte público para los desplazamientos en el interior del municipio y se reducirán las publicaciones gratuitas que edita el ministerio".

Dicen, y es cierto, que los directivos y gobernantes merecen credibilidad cuando son capaces de ofrecer un discurso claro y atractivo que venga avalado por actuaciones concretas. Palabras y hechos.

Los hechos, cuando hablan, refuerzan o desacreditan aquello que se llama de palabra. Porque de que los hechos hablan, nadie duda. Pero el que Spottorno y Rato quizás no tuvieron en cuenta es que los hechos no sólo hablan, sino que compiten entre ellos.

Es probable que no falten hechos que avalen a Spottorno en su tarea de dar más transparencia en la Casa Real, como tampoco Rato estará carecido de números que demuestren que efectivamente comandó una reducción del gasto muy superior al que costaron sus caprichos de tarjeta black. Pero, en este caso, parece que las tarjetas black, con su riqueza de detalles y en el momento en que han salido a la luz, son un hecho que anula buena parte del efecto que tuvieron toda la corrua de hechos que el ABC recogía en sus buenos tiempos.
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