Por una micropime o un autónomo pagar por un paquete de software es un obstáculo. Un ERP (Enterprise resource planning) es una inversión importante, pero por un profesional sin trabajadores a su cargo puede no ser la mejor solución. No sería mejor recurre a un servicio online para generar facturas y presupuestos pagando una cuota mensual pudiendo dejándolo de utilizar cuando conviniera sin perder el acceso a los datos ya introducidos... Pagar por el servicio, no por el producto.
La filosofía SAAS (Software as a service) ya hace tiempo que es una realidad, te abre un abanico de posibilidades hasta ahora inexistentes. Compartiendo la integridad de tu información y actividad con el proveedor del servicio, te liberas de gastos y responsabilidades, ahora innecesarias. No hay que mantener una infraestructura de hardware, no hace falta preocuparse de tareas de mantenimiento en forma de copias de seguridad, todo queda detrás de la interfaz de usuario y del contrato del servicio.
El usuario sólo focalizará al sacar partido a los recursos contratados, dejando a banda todo el que lo rodea. Más allá del precio, las condiciones del servicio, la rescisión del mismo o la disponibilidad de los datos son temas capitales antes de contratar. Si los enrevesados contratos de acceso y uso de una red social son más incomprensibles que los usados en la contratación de un derivado financiero, toma una especial relevancia la figura del consultor tecnológico.
La información es una de las bases de nuestra empresa, exponerlas equivale a arriesgar la integridad del negocio. Más allá de guiarnos a localizar el servicio más conveniente para nuestras necesidades, tiene que prestarnos asistencia a la hora de valorar el contrato y de resolver dudas sobre nuestros derechos y deberes en caso de contratiempo. No podemos permitirnos el lujo de firmar aquello que no conocemos.
Un ejemplo de como el nuevo entorno genera nuevas oportunidades, en forma de servicios y roles profesionales.