Súper mujeres ante la empresa y la familia

Últimamente han salido las cifras referentes a los permisos de maternidad y paternidad en Cataluña, así como al númerode excedencias pedidas para tener cura de un familiar. El que destaca, una vez más, es la abismal diferencia entre los permisos pedidos por mujeres frente a los pedidos por hombres. Si nos fijamos en las excedencias pedidas para tener cura de un familiar, la diferencia es de 5.545 mujeres, enfrente 446 hombres. Esto significa que, por cada 12 mujeres que han optado para renunciar a su trabajo y dedicarse a tener cura de un familiar, sólo un hombre ha tomado la misma decisión. Podéis contar que cuando hablamos de ser padres, la diferencia aumentoa: en Cataluña, 36.382 mujeres cogen el permiso de maternidad, enfrente 748 hombres; es decir, 48 mujeres por cada hombre.

Por otro lado, ya hace unos años que el número de estudiantes universitarios femeninos supera con creces los masculinos. Del mismo modo, cada vez son más las mujeres que se sitúan en posiciones elevadas o bien crean sus propias empresas. Esto significa más responsabilidades, más horas de trabajo (parece que lo tema salario cota...), pero también más ambición, más sueños, más autoconfianza.

Las mujeres somos las únicas que, físicamente, podemos llevar los niños en el mundo, y tampoco podemos pedir a los hombres que sean ellos quienes den el pecho. Más allá de esto, pero, parece que cuando se habla de familia, el trabajo de la mujer es la que continúa siendo menos importante y, por lo tanto, es ella quien hay de acabar renunciando; incluso si la diferencia de sueldo con el hombre es inexistente o tumba en favor de la mujer.

Los informes hablan de excedencias, bajas y permisos, pero hay toda un sacrificio de la mujer por la familia que no se ve. A pesar de que trabajen las mismas horas y tengan responsabilidades y dolores de cabeza similares, cuando se llega a casa, continúa dándose por seguro que será la mujer quien tendrá cura de los hijos, comprobará que no falta nada a la nevera y se ocupará de hacer la compra, organizará comidas y cenas. Cuando vamos a cenar en casa de unos amigos, a menudo es la mujer quien se levanta más a menudo a llevar platos arriba y abajo, podéis hacer un pequeño experimento y contarlo la próxima vez, quedaréis sorprendidos.

Las nuevas generaciones hacemos un esfuerzo consciente por la igualdad. Los hombres intentan hacer más por la casa, pero el que hacen continúa denominándose "ayuda". Las mujeres incluimos los hombres, pero continuamos tomando la responsabilidad y defendiendo el que creemos que es "nuestro territorio". La responsabilidad principal es nuestra, de las mujeres; tenemos que soltar el orgullo de "mi casa está muy limpia" o "mis hijos son muy muy educados". Si no cedemos territorio, el hombre no lo puede tomar.

La sociedad nos hace creer, ahora, que somos súper mujeres; y cometemos el error de creerlo y sentirnos orgullosas "soy mujer y puedo hacer mi trabajo de manera fantástica, estar estupenda y llevar mi casa a la perfección". Error, es una trampa. Si queremos la igualdad con los hombres a escala laboral, los tenemos que hacer a ellos iguales también en el ámbito familiar.
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