Traerlo al bolsillo

A la última década del siglo pasado, en Bruselas seguíamos de cerca los cambios tecnológicos que suponían, por un lado la digitalización, y por la otra, la creciente utilización de las ondulas, además de los cables para la transmisión de los bits. Estimulábamos, y ayudábamos en todo el posible, a las empresas europeas a no quedar atrasadas en la investigación y la aplicación de estas tecnologías, y a la vez preparábamos los estándares europeos y el marco de regulación necesario, para la telefonía móvil y para la televisión digital.

Yo explicaba a menudo que creía que la digitalización se impondría en los dos servicios, pero que al mismo tiempo habría un intercambio de canal de transmisión entre teléfono y televisor. Decía siempre que estábamos en un escenario irracional: el teléfono, que era un aparato que nos gustaría traer siempre al bolsillo, no se podía mover de lugar, puesto que recibía la voz a través del cable telefónico; en cambio el televisor, que a nadie se le hubiera acudido llevárselo encima, recibía la voz y las imágenes a través de las ondulas. Había que cambiarlo.

Las cosas fueron por aquí: la telefonía móvil fue un gran éxito, porque nos permite estar conectado en todo lugar y en todo momento; y la transmisión de TV digital se hace ya en muchos países sólo por cable. Aquellos, como España, que han seguido con transmisión por ondulas, a pesar de que la TV digital necesita menos frecuencias, han tenido que ir suprimiendo canales disponibles para poder dejar más espacio radioeléctrico a la telefonía. Y esto seguirá.

En los últimos años hemos entrado en una segunda etapa que supone un cambio más radical: este objeto que llevamos al bolsillo, y que seguimos diciendo teléfono, puede ya, o podrá, servirnos para otras muchas cosas que antes pedían un aparato específico: calculadora, reloj, agenda, radio, máquina de retratar, ordenador, tarjeta de crédito, manyoc de claves, monitor de salud... Creo que en estas y otras áreas veremos aparecer gran cantidad de innovaciones, y podremos ir vaciando los bolsillos, las carteras y las maletas de muchos aparatos tradicionales. Esta tendencia, junto con la Internet, abre un campo importante de oportunidades en el sector de los servicios que vale la pena aprovechar, como usuarios y como emprendedores.

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