Tres en raya

Hace unos días, comiendo con el presidente de una de las más relevantes Cámaras de comercio del país, hacíamos un repaso a la situación actual. Coincidíamos que se perciben signos de recuperación empresarial, lo cual no se refleja por ahora en una mejora sustancial de las cifras del paro y la calidad de los nuevos puestos de trabajo. Y coincidíamos también que las empresas que se han salido de la crisis incluso reforzadas tienen en común tres disparos típicos.

En primer lugar, el re-pensamiento de su negocio, lo cual no comporta necesariamente cambiarlo sino descubrir sin barreras mentales en que una empresa es fuerte. Y aplicarse a explotar las fortalezas, dejando de banda todo el resto. 

En segundo lugar, la apertura a nuevos mercados, se diga exportación –que es lo más habitual- o líneas nuevas inexplorades anticipándose a nuevas necesidades.

Y finalmente, pero ni mucho menos el último, la no dependencia de las instituciones financieras: como los abuelos, no deber de a nadie, deudas los justos y a la baja. O como decía públicamente un amigo empresario de éxito: he descubierto que los bancos son para sentar (exageraba, obviamente, pero...).

Tres en raya. Pero para jugar, hace falta un tablero y jugadores. Y en nuestra conversación también salían. Porque estábamos de acuerdo que hacía falta efectivamente añadir a los tres disparos comunes un campo de juego mínimamente adecuado (el tablero): que la empresa no se encontrara dentro de un sector de actividad sin salida o en quiebra total.

Y por detrás de todo, la mano humana: el directivo, empresario o emprendedor que conoce el terreno de juego, las necesidades del destinatario de su negocio y que sabe y hace el esfuerzo de anticiparse a los movimientos de la competencia y del mercado.

Con la diferencia que jugar al tres en raya es relativamente inocuo; traer adelante una empresa no es un juego: de su evolución dependen puestos de trabajo , creación de riqueza y aportación al desarrollo del país.
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