Un crecimiento inteligente (II)

Cuando la UE pide que el crecimiento económico en todos los países europeos sea, durante los próximos años, inteligente, sostenible e integrador, hay que analizar que es el que quiere decir. Empezamos por el primero.

Está claro que lo hace desde el convencimiento que sólo se podrá crecer si consigue recuperar competitividad en los mercados internacionales, y que esta competitividad sólo puede estar fundamentada en otras bases que no sean los bajos costes, es decir los bajos salarios. La razón es simple: en el tema de los costes, siempre habrá otros países no europeos que estarán en mejores condiciones para competir, por muchos esfuerzos que nosotros estiércol. Hace falta no dejar de estar atentos a los costes, pero hay que encontrar otros factores de competitividad, especialmente la calidad y la innovación (tanto en los productos como en los procesos de producción).

Al habla de crecimiento inteligente, la UE se refiere y fija, por 2020, tres prioridades:

1.Mejorar mucho los niveles de formación, reduciendo la elevada tasa de fracaso escolar que se tiene que bajar del 15 al 10%; aumentando mucho el aprendizaje a lo largo de la vida; y ampliando el número de personas con niveles de formación secundaría y también superior que tiene que pasar del 31 al 40%.

2.Incrementar la capacitado d'innovación, elevando la inversión en R D (sobre todo la privada) hasta el 3% del PIB, y asegurando que el dinero que se gastan en esta actividad se convierten en productos y servicios que llegan al mercado.

3.Aumentar la fabricación y la utilización de herramientas digitales, sobre extendiendo la penetración de las redes de Internet de alta velocidad a todo el territorio e impulsando su utilización.

Está comprobado empíricamente en los últimos años que la mejora de los indicadores en este tres ámbitos tiene una relación directa con la mejora de la competitividad de las empresas de un país. En Los tres temas España y también Cataluña, tiene un gran camino para hacer.

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