Un silencio que como sociedad no nos podemos permitir

Las mujeres formadas, preparadas y con experiencia profesional tienen un alto riesgo de caer en la pobreza o en la exclusión social y, en general, hoy cobran un 31% menos de pensiones que los hombres.

Mi amiga Núria, enfermera de profesión, se tiró a las vías del tren ahora hace un año. Estaba separada desde hacía tiempo y se quedó al paro debido a un ERO cuando empezó la crisis. Iba malviviendo entre contratos precarios y sustituciones. Su hijo adolescente había dejado los estudios y esto la acabó de deprimir. Sin el apoyo de los padres -porque vivían fuera- no pudo aguantar la presión y la sensación de fracaso. Sabía que a sus 54 años no encontraría ningún trabajo digno como la que había tenido y que tenía el futuro negro. La dignidad es el que necesitamos para seguir viviendo.

Esta tragedia es un reflejo de que está pasando a nuestra sociedad "benestant". Sin ir tan lejos, muchas mujeres llegan a la cincuentena, la edad de la Núria, preparadas, formadas y experimentadas en el trabajo, pero están al paro (un porcentaje muy mayor al de los hombres) o bien con contratos precarios y sueldos un 19% más bajos que los de los hombres y con responsabilidades familiares.

El Observatorio Mujer, Empresa y Economía (ODEE) está investigando y cuantificando desde hace años la pérdida del talento femenino y sus causas y consecuencias siempre terribles para las mujeres, para sus hijos y para toda la sociedad. Estas consecuencias nos hablan de dependencias económicas, baja autoestima, regreso a casa de los padres y depresiones, todo sufrido en el anonimato y, a menudo, en silencio. Un silencio que, como sociedad, no nos podemos permitir.

Ahora el ODEE ha dado un paso más para estudiar nuevos indicadores fiables que nos permitan analizar de manera objetiva y cuantificar la situación de las mujeres en Cataluña. El economista Carme Poveda, del Gabinete de estudios Económicos de la Cámara de Barcelona, ha creado por primera vez un indicador que da una visión global comparativa por género a partir de 22 indicadores de cuatro grandes grupos: formación, mercado de trabajo, condiciones de vida y empoderament. Las conclusiones a partir de los resultados obtenidos hablan de una nueva pobreza femenina, que es la protagonizada por mujeres formadas que, cuando llegan al mercado laboral, sufren la discriminación en sueldos y condiciones laborales, sobre todo después de la maternidad y acaban teniendo un elevado riesgo de caer en la pobreza a pesar de tener un trabajo. Pobreza que se alargará en el tiempo con menores pensiones y, si cae en el paro, con menores prestaciones por desocupación.

El estudio también pone de manifiesto que, a pesar de que las mujeres tienen un mayor nivel de formación que los hombres, esto no se ha traducido en una reducción de las desigualdades en el mercado laboral y, en los últimos diez años, el riesgo de pobreza entre las mujeres ha aumentado más de cinco puntos y, en cambio, el de los hombres se ha mantenido igual. Los indicadores muestran que se ha perdido una década en el aprovechamiento del talento femenino en el mercado laboral y que se ha frenado el proceso de reducción de las desigualdades de género.

Por otro lado, una de los datos capitales de este estudio es que en todos los consejos de toma de decisión y de dirección económica, empresarial y política, alrededor del 70-80% son hombres. Esta carencia de representación de las mujeres es todavía más flagrante cuando consideramos que en la actualidad la mayoría de cargos ejecutivos están cubiertos por mujeres, mujeres que hacen funcionar las empresas, las administraciones, las ONG, las Universidades, y muchas organizaciones e instituciones de la sociedad civil.

Este informe nos alerta que hay que hacer políticas preventivas y no sólo paliativas. Hay que trabajar en programas que empoderin a las mujeres y que eviten el abandono de la carrera profesional en el momento de la maternidad. Pero por eso, hace falta que la administración se cuide con urgencia y ponga servicios públicos de escuelas cuna y servicios de atención a la gente mayor, aplique la Reforma Horaria, aporte cotizaciones dignas para la maternidad, incluya la obligatoriedad de la baja paternal y haga valer la tarea de la cura.

Por todo esto hay que impulsar un gran acuerdo entre las instituciones, la sociedad y el mundo empresarial para cumplir la ley de igualdad aprobada por el Parlamento el pasado julio y que tiene que permitir reconocer y aprovechar el talento femenino, que es más del 50% de nuestra sociedad. El coste de no hacerlo sería demasiado elevado para las generaciones actuales y futuras.

Una vez más desde la ODEE hemos celebrado el 8 de marzo con reivindicaciones claras y concretas de justicia social y de equidad. A pesar de que estamos cargadas de razones, necesitamos cifras, estadísticas e indicadores que demuestren y nos demuestren la realidad que vivimos para tomar conciencia, que es el primer paso para cambiar. Hoy sabemos que una sociedad sólo podrá progresar y ser verdaderamente democrática si cuenta con la mitad de la población que son las mujeres.
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