Vivir sin trabajar

La revolución tecnológica sin precedentes que estamos sufriendo tiene algunas consecuencias aparentemente nefastas: la automatización del trabajo expulsa millones de personas de sus puestos de trabajo. Automatización que está ascendiendo, a medida que las máquinas incorporan niveles superiores de inteligencia, a capas cada vez más sofisticadas de trabajadores. Ya no desaparecen sólo ocupaciones relacionadas con la manufactura rutinaria o las tareas administrativas.

También desaparecen actividades que implicaban toma de decisiones y habilidades de pensamiento crítico o trabajo de precisión. Los sistemas expertos y la inteligencia artificial están ya aniquilando posiciones de management. Los robots asumen todo tipo de procesos, cada vez más complejos, desde la cirugía hasta la mecánica de automóviles.

La naturaleza del trabajo creado postcrisi tiene poco a ver con la del trabajo precrisi. El mercado de trabajo está sufriendo un brutal desacoplamiento entre la oferta y la demanda. Mientras se destruyen millones de puestos de trabajo en tareas repetitivas (desde cajeros de supermercado a operarios de fábrica, pasando por administrativos de banca) los lugares creados son básicamente en servicios personalizados (abogados, médicos, consultores) muy especializados y con outputs difícilmente exportables. Y la demanda de las grandes empresas gira inevitablemente hacia profesiones intensivas en ciencia y tecnología (según McKinsey, más del 60% de grandes empresas americanas declaran que no encuentran perfiles especializados en ámbitos como sistemas de información, matemáticas o ingeniería, mientras que sólo el 15% de las titulaciones universitarias ofrecen programas en estos ámbitos).

Pero además, la acelerada digitalización de los sectores industriales está cambiando alguna de las leyes fundamentales de la economía: el coste marginal de producir una unidad más en industrias digitales es 0. Si antes, en el mundo analógico, producir una unidad más de producto revertía en costes empresariales (que se transformaban en salarios), hoy todo el coste se concentra en el diseño de la primera unidad. La segunda, es una copia gratuita de la primera. Desde un programa de software hasta una superproducción cinematográfica. Todo el valor generado se concentra en el punto original. No se distribuye en cadenas de valor territoriales.

La digitalización, una fuerza formidablemente democratitzadora de la información, del conocimiento y de la educación, es también terriblemente ineficiente en la distribución del valor económico creado. Avanzamos hacia un mundo con una minoría de emprendedores de éxito, diseñadores y profesionales de élite, muy pagados, que acumulan la riqueza; y una mayoría de pàries inadaptats y desamparados? Puede ser que en un mundo donde la tecnología puede generar incrementos cuánticos de productividad, y, por lo tanto, abundancia de outputs en todos los sectores (desde la alimentación a la energía, pasando por la farmacia o por el medio ambiente), la carencia de trabajo traiga a la precariedad globalizada? De hecho, por primera vez en la Historia, los incrementos de productividad no se están convirtiendo en generación de puestos de trabajo, y la desigualdad se extiende imparable por el planeta.

En este escenario, están surgiendo cada vez más voces que reclaman una Renta Básica Universal (RBU). Desde figuras emblemáticas de la izquierda como el exministro de economía griego, Yanis Varoufakis; a diferentes formaciones políticas de países como Finlandia, Islandia, Canadá o Suiza, donde este tema está aconteciendo debate nacional. Este debate, como evolución del Estado del Bienestar y de los sistemas de Seguridad Social, parece técnicamente posible en un mundo tecnificado e hiperproductiu, pero dónde han desaparecido los mecanismos de distribución del valor de acuerdo con la espontánea dinámica del mercado, porque la revolución tecnológica ha transformado la misma naturaleza del trabajo. Como el Imperio Romano, donde los ciudadanos romanos no trabajaban porque millones de esclavos lo hacían por ellos, vamos hacia un mundo sin trabajo? Es el fin del trabajo y la renta básica universal el punto de destino de la globalización?
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