Veremos como acaba, pero el proceso que se ha abierto con el descubrimiento de la manipulación del software de los motores diesel en el conjunto de marcas del grupo Volkswagen, para disimular la contaminación tiene una serie de aspectos que provocan muchas preguntas.
Antes de hacer tres, tengo que hacer una confesión personal: Fue mientras yo era ministro de Industria que decidimos, ante la fuga de FIADO y la situación insostenible que arrastraba SEAT, vender la empresa al grupo Volkswagen. Pusimos una serie de condiciones: mantenimiento de la producción y la ocupación, continuidad de la empresa y de la marca, y sobre todo, garantía de fuertes inversiones en R D al centro de Martorell. Condiciones que se han ido cumpliendo durante estos 30 años. Seguramente, por esta experiencia personal muy satisfactoria el caso actual me ha preocupado más.
El primer aspecto es comercial. El recorrido de Volkswagen durante estos últimos años ha sido impresionante. Se convirtió en el primer fabricante europeo, y ahora ha pasado por ante Toyota y es el primer fabricante mundial. Parte de este éxito viene de la penetración en el mercado de los EE.UU.. Resultará ahora que esta penetración ha sido basada en una ilegalidad y un camelo?
El segundo es político: El capital de Volkswagen es privado y está en Bolsa; sus socios principales son las familias Porche y Piëch. Pero si no han cambiado las cosas, el gobierno del Land de Baja Sajonia tiene un paquete del 20% y un derecho de veto en las decisiones del Consejo.
Además, en el Consejo de vigilancia sueño presentes los trabajadores a través de los sindicatos. Queréis decir que es creíble que una manipulación que hace tantos años que dura, y que tan positiva ha estado para aumentar las ventas, no haya sido conocida por ninguno de los miembros de los órganos de dirección, y parezca que nadie sabía nada? A ver si resulta que la codicia privada se ha aliado con la complicidad política. Esto hará muy mal en el gobierno alemán.
Y el tercero, también político. La UE presume, con razón, de ser mucho más sensible y exigente que no los americanos, en el tema del cambio climático. Pero resulta que parece que están circulando muchos más coches con motor trucado aquí que no allá. Es, por lo tanto, una paradoja que haya tenido que estar en los EE.UU. donde se haya descubierto el engaño. Es que el sistema europeo de inspección no es el adecuado, no ha funcionado bien, o hay alguna otra cosa...?
Ya veis: se abren, y se abrirán, muchas preguntas.
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