5G: de la internet de los camellos a la internet de las personas

Futuro es la palabra clave de esta edición del Mobile World Congress, porque lo dice el título de la edición —Creating a better future—, porque hablar del futuro siempre vende y porque cuando el presente no es bastante claro siempre ilusiona más hablar de futuro. Y el 5G es el futuro. No se ha dicho nunca. De hecho el 5G trae siendo el futuro desde hace unos años. Empezamos por el principio.

El 5G es la quinta generación de tecnología de comunicación inalámbricas de banda ancha. No es la quinta generación de móviles (que lo he leído en algún diario), de hecho el 5G los hará desaparecer. Las características de esta tecnología la hacen diferente de las anteriores generaciones; los que saben dicen que la hacen revolucionaria al nivel de la imprenta, el vapor o la electricidad. Hablemos.

En primer lugar hay la velocidad. La velocidad de las comunicaciones 5G permite redes 20 veces más rápidas que las actuales. La segunda es la inmediatez. Los bajos tiempos de latencia de la tecnología 5G hacen que por primera vez la realidad digital y la física se puedan sincronizar y el que pase en una afecte la otra mientras pasa, sin retrasos. La tercera es la capacidad. Un consumo más bajo y una capacidad más alta para permitir más conexiones de objetos harán que todo el que se pueda conectar en la red, que es todo, se conecte.

Qué quiere decir todo esto? Imprenta, vapor, electricidad, 5G? Que la tecnología que hará posible la 4a revolución industrial traiga un 5 delante no deja de tener su gracia; debe de ser aquello de la aceleración del cambio. Y a pesar de que nos equivocaremos a la hora de imaginar el futuro lo podemos probar.

"Que la tecnología que hará posible la 4a revolución industrial traiga un 5 delante no deja de tener su gracia"

La velocidad y la inmediatez del 5G harán que desaparezcan los conceptos de realidad aumentada, realidad virtual y en última instancia de realidad, y podamos hablar directamente de realidad sincronizada. El que pase en la realidad física tendrá una traducción inmediata en la digital y al revés. De repente todo el conocimiento y la experiencia humana estarán a disposición de todo el mundo: un médico podrá operar a la otra punta de mundo como si lo hiciera a su quirófano, viajar por trabajo será obsoleto dado que podremos 'estar' donde sea cuando queramos y los coches sin conductor compartirán con toda la resta conocimiento del mundo y de las situaciones de riesgo al momento. Todo pasará ahora y aquí, a tiempo real.

Las altas capacidades de las redes 5G harán desaparecer móviles, ordenadores, mesitas y en general los dispositivos con los que nos conectamos en la red. Si todos los objetos están siempre conectados (en marquetinià correcto diremos always donde) pasaremos de la 'internet de las cosas' (recordáis que ahora estamos en la internet de los estorbos) a la 'Internet Gigante de las Cosas', que es sólo un nombre comercial que empieza a sacar la cabeza para decir que todo será un gran ordenador, el ordenador Tierra. Y cuando digo todo conectado quiero decir todo. En la Mongolia Interior, en la China, los labradores tienen los camellos conectados en internet gracias a un collars que funcionan con energía solar y reciben alertas al móvil si los camellos salen del perímetro de pasto o si les roban ud. De momento el plan piloto ha hecho ahorrar cada familia una media de 6.000 euros. La internet de los camellos parece que funciona.

Y ademanes a imaginar, nada nos impide pensar que los camellos sólo son los primeros de una larga lista de mamíferos que se irán conectando, que nos iremos conectando. De hecho nosotros fuimos móviles mucho antes que no fueran los ordenadores que traemos al bolsillo. Ahora sólo es cuestión que lleguen la velocidad, la inmediatez y la capacidad suficientes y el móvil seremos nosotros; esto será la verdadera internet de las personas. Hagámoslo bueno.

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