¿Por qué es importante desburocratizar la administración?

El núcleo de la desburocratización está en la eliminación de los procesos que no aportan valor público y en el rediseño radical de los que sí que aportan

Desburocratizar no es ni digitalizar ni crear más ventanitas únicas para los operadores económicos sectoriales | iStock Desburocratizar no es ni digitalizar ni crear más ventanitas únicas para los operadores económicos sectoriales | iStock

En los últimos meses se han visto acentuadas las protestas de sectores económicos y sociales contra la burocracia, que se traducen en una demanda para que el nuevo ejecutivo que salga de las elecciones al Parlament de Catalunya del 12 de mayo emprenda un proceso radical de desburocratización.

De forma recurrente, cuando se ha planteado esta demanda a la administración, esta ha dado una respuesta instintiva, más propia de los seres vivos que no pueden disponer del uso de la razón: digitalizar y crear una ventanilla única. Pero desburocratizar no es ni digitalizar ni crear más ventanillas únicas para los operadores económicos sectoriales.

Desburocratizar no es ni digitalizar ni crear más ventanillas únicas para los operadores económicos sectoriales

Esta ha sido la respuesta tradicional de los Gobiernos de la Generalitat, que explica por qué en Catalunya sus servicios públicos ocupan una de las primeras posiciones en digitalización en el Índice de Economía y Sociedad Digital de la Unión Europea (DESI) en el año 2021, pero, en cambio, ocupan las últimas posiciones en el European Quality of Government Index, también del año 2021. Entre las comunidades autónomas españolas, junto con Andalucía, Catalunya ocupa la última posición. Queda claro, pues, que ni digitalizar ni poner ventanillas únicas son demasiado efectivos.

¿Qué es la burocracia?

Para corregir el problema, es necesario entender la esencia de la patología burocrática. En primer lugar, todas las administraciones públicas contienen fuerzas que las impulsan hacia la burocratización. Hoy esta forma de actuar de la administración, ya estudiada por el sociólogo alemán Max Weber, no concuerda con la exigencia de las actuales condiciones sociales y económicas.

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En segundo lugar, la especialización de las sociedades modernas se ha traducido en la fragmentación de la administración en departamentos. Así, cada área elabora normas que impactan sobre las personas físicas o jurídicas de su ámbito competencial, sin tener en cuenta que esto también lo hacen otros departamentos, los ayuntamientos y el Estado. No se pone, pues, a las personas en el centro. El resultado final es un grito de socorro por parte de las personas y de las empresas.

Finalmente, los procedimientos están pensados para los casos de incumplimiento. Dado que la administración tiene el privilegio de garantizar el bien común, cree que esto le permite diseñarlos para asegurar la máxima garantía del cumplimiento, sin tener en cuenta las cargas que imponen (costos privados y públicos, que incluyen el tiempo).

¿Qué es la desburocratización?

La desburocratización es la eliminación de todos aquellos procesos que no pasan el filtro de la valía pública y que son competencia de nuestras administraciones. Para aquellos procedimientos que pasan este filtro o cuya evaluación es causada por nuestra situación institucional dentro del Estado o dentro de la UE, es necesario modificar radicalmente la forma de acreditar su cumplimiento. Podemos citar como ejemplos una licencia de actividades, o un reconocimiento del derecho a ayudas para la dependencia. En todos estos casos está justificado su valor público, pero no está justificado que una licencia para una nueva actividad o para ampliarla tarde más de dos años, o que los plazos de evaluación de la dependencia sean tan largos que se conviertan en un auténtico viacrucis.

La desburocratización es la eliminación de todos aquellos procesos que no pasan el filtro de la valía pública y que son competencia de nuestras administraciones

Por tanto, el núcleo de la desburocratización radica en la eliminación de los procesos que no aportan valor público y en el rediseño radical de los que sí lo aportan, sujetándolos a la minimización de las cargas que implican. Una vez hecho esto, ahora es cuando debemos utilizar la tecnología adecuada (digitalizar, inteligencia artificial, trato personalizado...). Y esto también hace comprensible la resistencia a esta transformación, ya que significa cambiar la forma napoleónica de pensar y de actuar de nuestra administración e impulsar cambios en la función pública.

Entender la resistencia del virus burocrático permite ser conscientes de la necesidad de aplicar un potente antiviral. La presión de las asociaciones económicas y sociales que reclaman su erradicación servirá para que la administración se inocule este antiviral. Y es por todo esto que el Fòrum d’Entitats per a la Reforma de l’Administració plantea al nuevo Govern, entre sus exigencias, un proceso radical de desburocratización en línea con las aportaciones de este artículo.

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