La incertidumbre del momento actual nos obliga a repensar con urgencia nuestra relación con el consumo energético. La complicada respuesta a la crisis de los precios de la energía y la emergencia climática global nos demuestran que, como sociedad, hemos empezado muy tarde la transición hacia modelos más sostenibles. Sin embargo, en este cruce histórico en el cual nos encontramos, se abren nuevos caminos para hacer las cosas de maneras diferentes.
Un buen ejemplo de esto es el funcionamiento de los electrodomésticos con que interactuamos cada día, y que, según datos de Red Eléctrica, representan el 27% del consumo energético anual en los hogares, a escala estatal. Aparatos cómo frigoríficos, lavadoras, lavavajillas, impresoras y otros dispositivos electrónicos forman parte esencial de nuestras vidas, tanto personales como profesionales. De hecho, el sector de los electrodomésticos supone cerca del 15 % de la demanda de electricidad total al mundo. Una cifra que, según los expertos, puede continuar aumentando si tenemos en cuenta factores cómo las previsiones de crecimiento de la población mundial o el aumento en la propiedad de electrodomésticos en Asia y África.
En este contexto es clave reivindicar la eficiencia energética como una herramienta fundamental, a corto y largo plazo. En primer lugar, desde la vertiente económica, en un momento donde hemos experimentado precios de la energía en máximos históricos, es esencial evitar el derroche de recursos y hacer un uso eficiente. Pero también desde el punto de vista de la sostenibilidad, puesto que los electrodomésticos contribuyen al adelanto del calentamiento global del planeta: según datos del INE, los hogares españoles emitieron durante 2020 más de 274 millones de toneladas de gases de efecto de invernadero.
El sector de los electrodomésticos supone cerca del 15 % de la demanda de electricidad total al mundo
En este sentido, según un estudio desarrollado por la Universidad de Cambridge con la colaboración de Epson, para conseguir los objetivos de descarbonización establecidos por la Agencia Internacional de la Energía contra el cambio climático, habría que reducir en un 25% la energía consumida por los electrodomésticos globalmente en 2030. Y para lograrlo, un paso importante es apostar por aparatos más eficientes.
En el estudio de la Universidad de Cambridge se ejemplifica este dato analizando el impacto que podría tener sustituir todas las impresoras láser a escala mundial por alternativas de inyección de tinta, mucho más eficientes. Los investigadores defienden que este cambio podría suponer un ahorro de más de 2000 GWh al año, el equivalente aproximado a 425.000.000 toneladas métricas de dióxido de carbono.
La revolución energética es indispensable y, la apuesta por la eficiencia es, sin duda, uno de los pasos esenciales para lograrlo. Así lo entiende también la Comisión Europea, que ha presentado el plan REPowerEU como respuesta a la volatilidad del mercado mundial de la energía. Una de las grandes medidas que incluye esta iniciativa es el ahorro de energía utilizando los electrodomésticos de una forma más eficiente. La presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von Der Leyen señaló que "el ahorro energético empieza en casa" y que "todos tenemos un papel importante a jugar" en el actual momento. En este sentido, pero, me gustaría remarcar que la adopción de tecnologías más eficientes energéticamente no recae exclusivamente en el consumidor, sino que tiene que ser un esfuerzo común de todo el mundo. Así, por ejemplo, es indispensable que exista un marco europeo sólido que ofrezca seguridad y facilidades en usuarios y empresas para impulsar este tipo de electrodomésticos, ofreciendo, al mismo tiempo, un etiquetado de eficiencia energética que sea claro y comprensible para todo el mundo. Un compromiso que, evidentemente, tiene que ir más allá de los electrodomésticos de uso doméstico, e incluir también en aquellas soluciones del ámbito empresarial.
Afrontamos un momento histórico sin precedente, y que el uso que hacemos de los electrodomésticos es únicamente una parte de un puzzle mucho más grande y complejo
Además, en cuanto a los fabricantes, es capital que la gestión eficiente de la energía no se limite únicamente al producto final que ofrecen al consumidor, sino que también sea muy presente en todo el proceso de producción, desde el momento de la ideación hasta el de la fabricación y posterior venta.
Es evidente que afrontamos un momento histórico sin precedentes, y que el uso que hacemos de los electrodomésticos es únicamente una parte de un puzzle mucho más grande y complejo. Aun así, los pequeños cambios también tienen la capacidad de generar cambios cruciales, y si conseguimos reducir las emisiones de los aparatos que utilizamos en casa o en el trabajo, estaremos sumando un paso más hacia una transición sostenible real, eficiente y resiliente.