¿La FP será dual?

La Formación Profesional permite a los estudiantes desarrollar sus capacidades teóricas y prácticas, reduciendo los periodos de adaptación a la empresa y convirtiéndose más productivos

El objetivo principal de la Formación Profesional es preparar a los jóvenes para el ejercicio de una profesión | iStock El objetivo principal de la Formación Profesional es preparar a los jóvenes para el ejercicio de una profesión | iStock

Recientemente, el Ministerio de Educación y Formación Profesional ha publicado el Decreto que desarrolla la nueva Ley orgánica aprobada en 2022. Un texto denso y prolífico -quizás demasiado en algunos aspectos que pueden dar pie a algunos recursos por invasión de competencias- que, en todo caso, confirma una apuesta clara por la Formación Dual y ayudará a consolidar las experiencias que, ya hace años, algunas comunidades autónomas ya han emprendido.

El Decreto distingue dos modalidades: la general con un 25-35% de formación en la empresa y la intensiva con más de un 35% del tiempo de formación en la empresa. Esto supone un cambio muy importante en la cultura de la Formación Profesional tanto para los centros de formación como para las empresas, que tendrán que asumir un mayor protagonismo en la formación. Este enfoque, que es muy común en otros países del centro y norte de Europa, se basa en el criterio que hay cosas que se aprenden mejor estudiándolas y otras que se aprenden mejor haciéndolas, y que las situaciones de aprendizaje real en el puesto de trabajo permiten adquirir mucho mejor las competencias profesionales.

Las situaciones de aprendizaje real en el puesto de trabajo permiten adquirir mucho mejor las competencias profesionales

El objetivo es que los estudiantes desarrollen tanto sus capacidades teóricas como las prácticas, todas ellas necesarias para el ejercicio de una profesión, y así se reducen los periodos de adaptación a la empresa una vez estén contratados como trabajadores. Esta modalidad permite a los jóvenes ser más productivos más rápidamente y, por lo tanto, más rentables a las empresas y también facilita reclamar mejores salarios. Las dos partes salen beneficiadas. En estos momentos de declive demográfico, en el que las empresas tienen más dificultades para encontrar a las personas cualificadas que necesitan, la formación dual es también una buena vía para atraer jóvenes en las empresas.

El cambio cultural que supone la nueva propuesta de formación dual tiene tres vértices: las empresas, los jóvenes y los centros de formación. Las empresas tienen que aceptar que si quieren trabajadores cualificados y muy preparados tienen que ofrecer buenas condiciones de trabajo y se tienen que comprometer en su formación. Quizás la carencia de mano de obra cualificada constituirá un factor clave para reorganizar los sectores en favor de las empresas que inviertan en innovación, tengan personal muy formado y muy pagado y con buenas condiciones de trabajo. A largo plazo, las empresas que no lo puedan asumir tendrán problemas serios.

El cambio cultural que supone la nueva propuesta de formación dual tiene tres vértices: las empresas, los jóvenes y los centros de formación

Es bueno que los jóvenes empiecen a trabajar más bien y simultanear la formación con el trabajo. En caso contrario, cuando tienen el título saben muchas cosas, pero saben hacer muy pocas y todavía menos conocen la cultura de empresa y es cuando su entrada al mercado de trabajo es traumática. Por otro lado, también tienen que mentalizarse que la relación con sus tutores en el puesto de trabajo no es la misma que han tenido en el centro de formación. En el instituto los estudiantes aprendían aquello que les enseñaba el profesor. Y a pesar de que a menudo en el instituto ya han trabajado por proyectos, estas son, en definitiva, situaciones simuladas. En la empresa el tutor da apoyo y corrige aquello que el joven no sabe hacer, pero es él quien tiene que responsabilizarse e implicarse en el ejercicio de su profesión futura.

Los centros de formación tienen que asumir plenamente que el objetivo principal de la Formación Profesional es preparar a los jóvenes para el ejercicio de una profesión, a pesar de que después puedan mejorar su carrera continuando sus estudios a niveles superiores. Esta mentalidad es importante para dotar a los centros de una cultura profesionalista basada en el cómo hacer las cosas. Por eso, hace falta que los profesores estén al día de la evolución profesional de los sectores de su especialidad y que valoren los aspectos productivos y prácticos de la formación.

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Conseguir coordinar el cambio cultural que significan estos tres vértices requiere un plan específico de apoyo a la implementación de la ley y su reglamento y una estrategia de gestión del cambio. Este es el gran reto que recae sobre las comunidades autónomas responsables de la gestión del sistema de FP en su territorio y que tendrían que recibir el apoyo del Ministerio de Educación y Formación Profesional. Sin este plan, la generalización de la FP Dual puede tardar mucho o desvirtuarse y desaprovechar una gran oportunidad para conseguir una relación más estrecha entre las empresas y los centros de formación que beneficiaría a todo el mundo y especialmente a los jóvenes.

(*) Miembro del colectivo CF2H formado por Francesc Colomé, Josep Francio, Xavier Farriols y Oriol Homs.

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