Si bien en el último año los datos ponen de manifiesto un descenso generalizado de la inversión en empresas, la necesaria apuesta por la innovación y la digitalización como parte fundamental del cambio estratégico y competitividad empresarial conmueve al ecosistema emprendedor. Significa esto que, a pesar de los datos, las grandes corporaciones e inversores no quieren perder de vista proyectos de nueva creación o startups con un alto componente tecnológico y de escalabilidad detrás.
El rápido y cambiante contexto socioeconómico está provocando el auge de nuevas ideas creativas y de crecimiento sostenible que reafirman las previsiones del 2024: un año de crecimiento y estabilidad empresarial. Y para que esto sea posible, la inversión es parte fundamental. En nuestra venture builder, Mutter Ventures, defendemos la tesis de 1 millón de euros por proyecto, lo que hace que una startup seed tenga de origen una necesidad de eficiencia y esté relativamente aislada de los ciclos del sector del venture capital. Más allá de esta cantidad, cada compañía debe alcanzar la independencia financiera, ya sea a través de alcanzar el break-even a nivel Ebitda o captando financiación de terceros en forma de capital o deuda. Esta filosofía no solo garantiza un uso eficiente de los recursos, sino que también fortalece la solidez financiera de cada una de las participadas.
El 90% de las startups fracasan
A pesar de este optimismo, la inversión en startups sigue siendo una apuesta de riesgo. Es conocido el siguiente dato: el 90% de las startups fracasan. Sin embargo, una óptima diversificación puede mitigar este riesgo. Los inversores están diversificando sus carteras invirtiendo en diferentes sectores y cada vez más incorporando capital riesgo en sus carteras respaldando startups en diferentes etapas de su crecimiento: desde semilla hasta etapas más maduras.
En un contexto marcado por retos y oportunidades, la gran pregunta es: ¿qué tan crucial será la inversión en proyectos innovadores en el 2024? La escasez de inversión obliga a una mayor profesionalización de los proyectos, a primar rentabilidad sobre crecimiento y a una correcta asignación del capital. Desde mi perspectiva, la innovación se presenta como el motor esencial para el crecimiento, y las startups tecnológicas son la clave para impulsar la evolución económica y la productividad del país.
En resumen, el 2024 se abre como un capítulo prometedor para la inversión privada en startups. La destinación de recursos hacia nuevos proyectos sigue siendo crucial, con una diversificación geográfica cada vez más importante. Las startups que priorizan la innovación y las nuevas tecnologías están llamadas a liderar sus respectivos mercados, y los inversores que saben equilibrar el riesgo con la diversificación pueden encontrarse con inversiones que no solo tienen impacto en la economía real sino que remuneran notablemente su capital.