Sequía y competitividad empresarial

Después de 40 meses de precipitaciones muy por debajo del habitual, el agua ha pasado a ocupar un espacio más relevante en la agenda estratégica de muchos empresarios y políticos

La sequía es una de las grandes preocupaciones de Catalunya | iStock La sequía es una de las grandes preocupaciones de Catalunya | iStock

Este último año y medio desde el Clúster de l’Aigua de Catalunya, que agrupa cerca de 150 empresas y centros de investigación relacionados con el uso sostenible del agua, hemos tenido la oportunidad de encontrarnos con muchas asociaciones sectoriales, patronales, áreas de promoción económica locales y empresas preocupadas por las restricciones de agua derivadas de la sequía, desde el sector turístico a empresas industriales de todos los tamaños. Prácticamente en las más de cien jornadas que hemos organizado o nos han invitado a participar, antes de hablar de tecnologías o soluciones de ahorro de agua, comenzamos mostrando datos sobre el futuro y cómo todas las previsiones de estrés hídrico a medio plazo nos indican un empeoramiento en la zona del Mediterráneo, como la desertificación crece en muchos territorios de la península ibérica según todos los expertos. Y también cómo el aumento de temperatura global tendrá consecuencias graves que nos conducen a una situación compleja de gestionar: menos oferta de recurso y una demanda que crece ante un aumento de población global.

La administración tiene sus ritmos y la complejidad de llevar a cabo las actuaciones necesarias incluso en situaciones de emergencia puede llegar a ser exasperando

Esta perspectiva nos debería llevar a ser más conscientes de la importancia estratégica y competitiva del sector del agua en el país. De hecho, este año y por primera vez habrá ayudas al sector turístico e industrial para auditorías hídricas e inversiones en clave de ahorro, eficiencia y reutilización del agua. Es sin duda una gran noticia por parte del Departamento de Empresa y las direcciones generales de Turismo e Industria, que marca un camino a seguir que deberíamos mantener a largo plazo. Desde el sector del agua hace tiempo que pensamos que se necesitaban incentivos hacia esta transición en las empresas, y un acompañamiento, de la misma manera que existen en el ámbito de la energía o los residuos. El sector privado tiene un papel clave para contribuir a reducir el consumo de agua, ganando resiliencia frente a la situación de sequía actual o futura y en términos impensables para las administraciones públicas. Entiendo que para muchos ciudadanos y empresarios debe ser frustrante ver los períodos de ejecución de las necesarias infraestructuras que se deberían haber construido hace años, tal como estamos viendo con las nuevas desaladoras y las futuras actuaciones para regenerar agua. Proyectos como el de reutilización de agua en el río Llobregat, crucial para suministrar el área metropolitana de Barcelona, solo han sido posibles por decisiones que vienen de lejos, y que en ningún caso se han improvisado. La administración tiene sus ritmos y la complejidad de llevar a cabo las actuaciones necesarias incluso en situaciones de emergencia puede llegar a ser exasperante.

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Cabe mencionar que durante muchos años las inversiones en ahorro de agua no han sido prioritarias para la mayoría de empresas, bajo un análisis de rentabilidad de inversión, a menudo eran poco justificadas, y cualquier inversión en eficiencia energética, mejoras de productividad o digitalización tenía mucho mejor aceptación. En parte, porque parecía que la disponibilidad de agua era infinita y a un precio muy económico. De hecho, al compararnos con nuestros homólogos europeos, muchos de ellos con muchísima más agua, nos debería hacer replantear qué precio ponemos a algo tan escaso en nuestro país. En todo caso, después de 40 meses de precipitaciones muy por debajo de lo habitual, el agua ha pasado a ocupar un espacio más relevante en la agenda estratégica de muchos empresarios y en la agenda política a todos los niveles. No quisiera olvidar las excepciones, es cierto que en Cataluña contamos con algunas industrias o empresas turísticas que se han adelantado a la problemática, así como ayuntamientos que han priorizado las inversiones de agua. Algunos están liderando grandes proyectos de reutilización, como el caso de la petroquímica de Tarragona, que son un ejemplo a seguir. Con muchos de ellos hace años que colaboramos en proyectos de I+D, probando nuevas tecnologías y son en muchos casos empresas convencidas de la importancia de minimizar su impacto o lo suficientemente previsoras como para estar atentas a los constantes avisos de la comunidad científica y de los expertos de los riesgos implícitos que han vivido climas similares al nuestro: California, Australia, Sudáfrica, etc. en el pasado reciente.

En clave empresarial, y pensando en muchas pymes a las cuales probablemente les era más difícil realizar determinadas inversiones, es necesario pedirles primero auditar su consumo y buscar las vías de ahorro, a menudo hay muchas más de las que pensamos. La tecnología hoy nos permite de manera económica sectorizar zonas de producción, detectar fugas, identificar procesos productivos que pueden ser sustituidos por otros que consumen menos agua, recirculaciones de agua de diferente calidad para algunos usos internos, hasta tecnologías avanzadas en la depuración para conseguir un agua tratada inmejorable que podemos reutilizar o sistemas digitales de control o incluso soluciones de IA que nos permiten una gestión más inteligente del agua.

La tecnología hoy nos permite de manera económica sectoritzar zonas de producción, detectar fugas, identificar procesos productivos que pueden ser sustituidos por otros que consumen menos agua

Es cierto que la normativa a menudo no favorece el uso de recursos alternativos del agua. En el caso de la industria agroalimentaria, hay importantes barreras debido a una normativa que no ha cambiado a la velocidad de la tecnología, o por las contradicciones en normas que exigen usos poco eficientes del agua. Sería necesario un impulso para que España se inspire en estados como California, que está regulando la reutilización directa potable, por ejemplo, o Singapur, que a menudo se menciona como ejemplo, con grandes acuerdos hasta 2060 de grandes inversiones en infraestructuras y de I+D, así como de compromiso en todos los sectores. Sin embargo, por ahora, es necesario recomendar a las empresas que prioricen inversiones para ahorrar agua. Si la situación de sequía se va complicando, algunas actividades económicas pueden ver mermada su capacidad productiva si desean cumplir con lo que las administraciones les exigirán. En este sentido, los Planes de Ahorro que demanda la Agencia Catalana del Agua para relajar restricciones tienen en cuenta aquellos que ya han cumplido con sus deberes en el pasado y no deberían exigirles el mismo esfuerzo que aquellos que no habían invertido ni un euro en este ámbito.

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Otra reflexión importante es el trabajo colectivo, por ejemplo, el uso de agua regenerada en los polígonos industriales debería aumentar, y su uso no debería limitarse únicamente a momentos de emergencia. Asimismo, muchas asociaciones sectoriales deberían priorizar proyectos sobre el agua; desde el clúster, hace años que trabajamos con sectores como el del vino, la carne o recientemente con la cosmética en proyectos de huella hídrica o en proyectos de I+D para garantizar la calidad del agua regenerada, ahorrar agua en procesos productivos o digitalizar procesos. Sin embargo, también es cierto que para otros sectores el agua no era considerada una prioridad hasta que la sequía ha sido ya muy acusada. Finalmente, será necesario introducir nuevos debates, como el de la compensación de agua en forma de créditos, de la misma manera que se ha hecho con el CO₂, y que debería ayudar a dinamizar iniciativas empresariales no solo en clave de ahorro o restricciones, sino también de compensación.

El agua es y será un factor clave de competitividad del país, del cual no podemos acordarnos únicamente cuando no llueve.

De cara al futuro, tendremos que promover grandes acuerdos a largo plazo: territoriales, sectoriales y políticos sobre el agua en el país, y que vayan más allá de la planificación de infraestructuras o la ambiental, que tengan en cuenta la dimensión económica y todas las externalidades, tanto las positivas como las negativas de una actividad empresarial, y cómo acompañamos a los sectores en esta transición de modelo, y es que el agua es y será un factor clave de competitividad del país, del cual no nos podemos acordar solo cuando no llueve.

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