Barcelona y la sociedad civil

En los años 80 la sociedad civil barcelonesa tuvo un sueño y al poco tiempo logró el hito de los JJOO del año 1992. Sin puntales como Ferrer Salat, Rodés o Samaranch un proyecto de semejante envergadura no habría sido posible. Evidentemente, la política también jugó un papel clave. Y Barcelona ganó. Y no me refiero solo a los JJOO, ganó una ciudad con salida al mar, barrios nuevos, ampliación aeroportuaria y un posicionamiento global que nos ha permitido vivir de rentas y crear marca global alimentada por “la feina ben feta” que se ha llevado a cabo a lo largo de los años posteriores.

"Barcelona ganó no solo los JJOO, sino una ciudad con salida al mar, barrios nuevos, ampliación aeroportuaria y un posicionamiento global que nos ha permitido vivir de rentas y crear marca global"

Repetir hazañas del pasado como unos JJOO (actualmente nos estamos planteando los de invierno) donde la implicación de la sociedad civil es total, puede ser una opción, pero solo representa un proyecto de posicionamiento global. La sociedad civil de Barcelona debe volver a soñar y apostar por un proyecto que dé sentido a la ciudad, que conlleve un recurrente económico favorable para los ciudadanos y que represente un progreso en cuestiones de movilidad, vivienda y creación de nuevas zonas de concentración de empresas.

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Y ahí es donde la sociedad civil debe actuar. Barcelona vive un momento de efervescencia y abundancia de asociaciones y think tanks impulsados por sus ciudadanos que buscan tirar del carro de la urbe. Pero sin unidad ni acuerdos de mínimos entre gran parte de estos actores sociales, no resolveremos ninguno de nuestros problemas y mucho menos propondremos proyectos coherentes.

Foment del Treball y Pimec han dado una lección de altura de miras y de abandono de diferencias y egos en momentos de circunstancias extraordinarias. Un ejemplo que nos conduce a que en Barcelona dejemos de pensar en capillitas (donde se cuecen multitud de ideas seguramente muy buenas), y apostar a concentrarlo todo a un pacto social por y para la ciudad y su futuro. El que mucho abarca, poco aprieta. Entre todos los actores debemos abordar un plan consensos o un pacto de mínimos que deriven en acciones de lobby para imponer a la administración la Barcelona de mañana.

"Foment del Treball y Pimec han dado una lección de altura de miras y de abandono de diferencias y egos en momentos de circunstancias extraordinarias. Un ejemplo que nos conduce a que en Barcelona dejemos de pensar en capillitas"

Y es que no son pocos los temas que debemos afrontar. Desde la estrategia de posicionamiento global y el daño que nos han hecho recientemente ciertos acontecimientos (y no me refiero a los altercados post sentencia) hasta la idea de esa “Gran Barcelona Metropolitana” de la que mucho hablamos, pero de la que poco estamos profundizando. Pasando también por todas las iniciativas posibles de colaboración público-privadas en materias como la vivienda ante la alarmante situación de escasez de oferta.

Barcelona ya no puede permitirse el lujo de vivir de rentas, porque “la vaca” ya no da más de sí. No esperemos que sea la política quien actúe de manera acertada realizando proyectos de ciudad (si los hay) sin contar con la opinión de profesionales o expertos. Seamos la sociedad civil o esas asociaciones de profesionales quienes lideremos de nuevo esa Barcelona como pasó en la candidatura olímpica de Barcelona 92 y logremos entre todos un consenso de mínimos para volver a recuperar la imagen de aquella Barcelona cosmopolita y admirada mundialmente.

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