La inteligencia, motor de la transformación en una Catalunya en crecimiento

Vivimos, sin ningún tipo de duda, en un momento de cambios históricos profundos, y ante estas adversidades y retos, la inteligencia continúa siendo el recurso más preciado que tenemos a nuestra disposición. El año pasado, compartí con los asistentes de la Nit de l’Empresa una extensa lista de preocupaciones que alcanzaban cuestiones cómo los precios desorbitados de la energía, la falta de materias primeras, conflictos cómo la guerra en Ucrania y la amenaza de la inflación. Después de un año, en la edición número 28 de la Nit, muchos de estos retos todavía persisten, pero podemos sentirnos orgullosos de la resiliencia y la capacidad de transformación que las empresas, sean autónomos, pequeñas, medias o grandes corporaciones, han demostrado.

El día a día, a menudo, no nos permite pararnos y ponerlo en valor, pero encuentros empresariales, cómo la del 26 de octubre en el Teatre Auditori de Sant Cugat, nos permiten mirar atrás por un momento, y ser conscientes del gran esfuerzo y espíritu de superación que llevamos a las espaldas. Hay cosas que si no nos lo decimos nosotros, no nos lo dirá nadie, y como presidente de una organización empresarial quiero ser el primero en hacerlo. A menudo no somos conscientes del gran ecosistema en el cual estamos inmersos, y de su enorme potencial. La pregunta que nos tenemos que hacer es si esta conciencia es suficiente, y la respuesta es "no". Es por eso que considero importante que tanto la administración pública cómo nuestros gobernantes no solo sean conscientes que tenemos todos los ingredientes para el éxito aquí en Catalunya, sino que su empujón y ayuda son ahora más necesarias que nunca para impulsar la transformación que necesitamos. Especialmente en las que considero cuatro áreas críticas:

Ahogo normativo

No podemos continuar con el diluvio normativo que ahoga nuestra economía. ¡Aquí sí que no hay sequía! Ya hace tiempo que alertamos que la enorme producción normativa, tanto en Catalunya como en España, y su excesiva complejidad, frenan el crecimiento económico y hacen perder competitividad a nuestras empresas. La sobre regulación reduce nuestra capacidad de crear nuevas empresas, de hacer crecer las existentes y de atraer de nuevas desde otras partes del mundo. Tiene efectos negativos evidentes en la creación de puestos de trabajo y en la productividad.

Política industrial

La Comisión Europea trabaja para desplegar una estrategia industrial que garantice la autonomía y reduzca la dependencia de terceros países. Tanto el gobierno de España cómo el de Catalunya han anunciado medidas para relanzar la economía productiva. Y desde la Cecot, con nuestro carácter industrial, las celebramos, pero bien es verdad que tenemos cierta desconfianza. Una desconfianza basada en estar ya demasiado acostumbrados a grandes anuncios y presentaciones, que después no se trasladan a la realidad. Es el momento de creer y desplegar una auténtica política industrial en mayúsculas. Que incluya actuaciones concretas, con objetivos claros y medibles, y con un presupuesto comprometido para ejecutarlo.

Medidas para disponer de nuevo suelo industrial, de simplificación administrativa, de fiscalidad adecuada, de mejora de las infraestructuras, de competitividad energética, de talento formado y cualificado, y un largo etcétera. Y con una mirada explícita para la pequeña y media empresa, sobre todo familiar, y no con políticas pensadas solo para atraer inversiones extranjeras, que son bienvenidas, pero que no pueden olvidar el tejido actual de nuestro país. En la Cecot siempre hemos defendido que una buena política industrial es una buena política social. Y tenemos muy claro que una Catalunya industrial es motor de España y es motor de Europa.

Reforma de la administración

Este es un tema capital para la modernización del país. Hemos llegado a un extremo en que el empresariado sentimos maltrato de la administración respecto del administrado. Se pide a las empresas un gran esfuerzo de modernización y transformación, y no podemos, ni es justo, no exigir a la administración lo mismo. Es el momento de pedir a la administración que optimice su dimensión y que aumente su eficiencia. Agilizando, simplificando y profesionalizando. Herramientas cómo la digitalización y la inteligencia artificial lo tienen que permitir. Es momento de pasar a la acción y hay que asumir el posible coste político por el bien de nuestra sociedad.

Catalunya, motor económico

Reiterando el enorme potencial que tenemos, y desde una visión empresarial, parecería lógico que la estrategia del Estado implicara potenciar una Catalunya que no deja de ser su mejor tienda y su mejor fábrica. Pero esto no es, ni ha sido así en el tiempo. La financiación y las inversiones en Catalunya son claramente insuficientes e injustas. Solo el hecho que no se respete el criterio de ordinalidad, ya lo dice todo. Hay que superar todas las reticencias y apostar por el progreso y por el crecimiento de Catalunya porque la ciudadanía y el tejido empresarial catalán se lo merece y lo necesita.

Merecemos presupuestos que aparte de ser presentados, se ejecuten así como el cumplimiento de los compromisos adquiridos y la rendición de cuentas como administrados. Hace demasiados años que esto no pasa y hay que volver a generar confianza, y por eso hay que dotarnos también de mecanismos de seguimiento y garantías. Una vez más hay que reconocer que los retos más importantes que afrontamos como sociedad requieren un amplio compromiso público-privado y multilateral, y desde la organización que presido continuaremos con la mano extendida y trabajando en red. Apelando a la inteligencia, también a la artificial si nos hace falta.

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