La semana pasada finalizaba el artículo con un gráfico elaborado por Eurostat donde figuran las diez regiones europeas que, a lo largo de 2020, lideraron la pérdida de productividad. La producción bruta de valor añadido mide muy bien la productividad de un territorio. Lo repito aquí porque sería bueno que cada catalán tuviera en la cabeza esta información. Porque marca la tendencia de aquello que puede destruir el país -económicamente y socialmente-.
Observarán que, excepto la región de Åland (un pequeño archipiélago finés de 30.000 habitantes), el resto de regiones que nos acompañan en el desastre son regiones donde el turismo constituye una de las bases de su economía.
Alguien se preguntará por qué siempre ataco a este sector. Hay dos razones fundamentales. La primera es económica. El turismo no es el principal problema de Catalunya. Pero sí que representa -es característico- los males de fondo de la economía catalana. Es, por decirlo así, un sector paradigmático de nuestros defectos económicos y, atención, sociales. La segunda razón es porque el turismo, tal como lo entienden muchos -entre ellos los empresarios turísticos catalanes- es insostenible. Defender el modelo actual equivale a, en el pasado, haber defendido la contaminación y la destrucción del medio ambiente a cualquier precio.
Leí aquí mismo una crónica de la directora de VIA Empresa, Elena Busquets, donde la consejera Natàlia Mas criticaba el exceso de noticias negativas. Decía que se amplificaban innecesariamente. A continuación procedía a hacer una lista de las cosas buenas que nos suceden. Tiene razón en este último punto. Pero nuestros políticos -y la mayoría de los medios- intentan evitar siempre los datos que nos interesan. Y, entre estos, figura el bienestar de cada uno de los individuos. Me explico. El PIB de la India es de 3,2 billones de dólares. El de Suiza es de 0,8 millones de dólares. Sin duda, el PIB indio es muy superior al suizo. En valor absoluto los indios tienen más riqueza. Pregunta: ustedes prefieren, desde un punto de vista de bienestar, ser suizos o indios?
Pero nuestros políticos -y la mayoría de los medios- intentan evitar siempre los datos que nos interesan. Y, entre estos, figura el bienestar de cada uno de los individuos
La respuesta es fácil, no? Porque resulta que lo que cuenta es el número de gente entre la que se reparten los bienes. No es difícil de entender. El ejemplo doméstico está en el roscón de los domingos. Es grande? Es pequeño? Depende de cuántos estamos en la mesa. Pero los gobernantes, y los medios de comunicación que les acompañan, siempre lo obvian. La consejera explicó las inversiones que muchas empresas hacen, la creación de nuevo PIB, etc. Obvió que el problema económico -y de paso social- fundamental de Catalunya es que la población crece por encima de esta creación de riqueza. Y que, además, esta creación de riqueza es, para decirlo de alguna manera, un tipo de suflé: mucho volumen y poco contenido.
El Cercle puso el dedo en la llaga en su nota Reactivar el futuro. Y fue educado, como le corresponde. En el primer trimestre se incorporaron al mercado de trabajo catalán más de 50.000 trabajadores extranjeros. Así lo informaba el señor Jordi Goula en su Píldora. Allí da mucha información. Ahora bien, con una tasa de paro superior al 10% hay que reflexionar qué nos está pasando. Qué estamos haciendo mal. Porque las cifras no engañan.
De todo esto hablaremos la próxima semana. Aquello que se discute abiertamente -por progresistas y por conservadores- en toda Europa, está vetado en nuestra casa. El rol de la inmigración económica es un tema de debate. Y hay que llevarlo a cabo con atención y delicadeza. El riesgo de ser acusado de xenófobo por el progresismo intransigente catalán es elevado.