(Ciber) Crímenes

El éxito de Crims en sus diversas transmutaciones no tendría que sorprender a nadie. Nacido como podcast, ha sido sección de radio, programa de radio, serie de televisión abierta, serie en plataformas de streaming, libros y redes sociales. Ya espero la próxima iteración.

Y digo que no tendría que sorprender a nadie porque Crims (crímenes) conjuga muy bien todo aquello que nos hace humanos: la curiosidad —fuente del conocimiento—, el miedo —mecanismo de supervivencia— y las fábulas y cuentos alrededor del fuego —el método de transmisión de conocimiento más antiguo de la humanidad. De hecho, tanto si veis Crims en una televisión antigua de tubo, lo escucháis en podcast por 5G en un Tesla o yendo a correr con el último modelo de iPhone, lo que estáis haciendo es sentaros alrededor del fuego a escuchar a vuestro padrino cómo os explica una fábula (a mí me las explicaba mi abuela). Esta conexión con aquello más ancestral —curiosidad, miedo y oralidad— es Crims.

En el hecho que Crims no acabe nunca, disponible siempre desde donde queramos y cuando queramos, nos remite también a las primeras historias de nuestros abuelos, los de hace 10.000 años. Resulta que la experiencia de transmisión de historias orales en forma de cuentos ha cambiado mucho con el paso del tiempo. Para nuestros antepasados los cuentos se sabía cuando empezaban pero no cuándo y cómo acababan. Escuchar a los cazadores de la tribu explicando sus historias era una experiencia mágica de la que participaba toda la tribu; ampliando la narración, cantando, celebrando y bebiendo. El cuento acababa cuando el último miembro caía rendido de sueño. Lo sabemos por las adaptaciones de cuentos de la tribu sudafricana de los !xam hechas a finales del siglo XIX por el matrimonio Boer Bleek. Les costaba entender los cuentos porque no tenían final y los tuvieron que adaptar en el espacio-tiempo fenecido del papel con finales inventados. Albert Sánchez Pinyol lo explica muy bien en su libro Estructuras elementales de la narrativa.

Hoy la tribu es la red; la curiosidad, la transmisión de conocimientos y el aprendizaje los basura en red y en la red. Y como en los cuentos de los !xam, no hay fin, participamos todos y se acaba cuando caemos rendidos de sueño.

¿Y el miedo? El miedo, primo hermano de la cordura, moviliza (o desmoviliza) más que la ilusión. Lo sabían muy bien los señores de Cambridge Analytica cuando diseñaban campañas de desmovilización con anuncios personalizados en Facebook y se jactaban con aquello de "un mensaje para cada miedo". También lo saben bien los de NSO Group, fabricantes del software espia Pegasus, y las tiranías y pseudodemocracias que tienen como clientes. Saben bien que con la utilización de Pegasus siempre ganan: el objetivo no es que con su uso la población esté controlada, el objetivo es que sin el uso de Pegasus la población se sienta controlada en un tipo de panóptico digital. El escándalo del CatalanGate es la demostración de esto y por extensión que el miedo es inseparable de la curiosidad, el aprendizaje y la transmisión de conocimiento, especialmente en la red.

Como si lo oyese: "Todo el que sentiréis en este programa ha pasado. Los vídeos y las geolocalitzaciones son reales. Ningún diálogo no está dramatizado por qué su contenido consta en archivos de audio grabados en el lugar de los hechos".

Se te gira trabajo, Carles.

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