La hora de rearmar intelectualmente a la ciudadanía

Los últimos días han estado llenos de buenas noticías en cuanto a las vacunas covid-19 y el proceso de vacunación se ha acelerado. En el horizonte, se abre la luz de la esperanza de que la guerra contra la pandemia puede llegar a su fin. El titánico esfuerzo para evitar que la pandemia acabara con las libertades de movimiento y el requerido contacto entre los humanos está dando frutos. Ahora, de nuevo, como después de toda gran crisis, surgen preguntas para las que necesitamos respuestas. Mientras una gran parte de la población desea, de forma comprensible, volver a su punto de partida, olvidando que nuestro futuro viene delimitado por la forma de entomar los desafíos y que las respuestas dadas a la pandemia determinan ineludiblemente lo venidero. El pasado, después de hechos traumáticos como los originados por un pandemia, nunca vuelve, dado que para superarla se han adoptado decisiones que condicionan el futuro.

Si analizamos la pandemia de la gripe española de principios del siglo pasado, se observa que fue el detonante de que se pusiera en marcha, con determinación, la investigación de base científica para aislar los virus y las bacterias, empezando a destinar importantes recursos a la investigación médica, iniciativas que permiten el adelanto posterior de la medicina y el surgimiento de las primeras vacunas. Esta respuesta a los desafíos ha condicionado en positivo las siguientes décadas. Del mismo modo, la pandemia originada por el coronavirus SARS-CoV-2 ha obligado a movilizar enormes recursos técnicos, económicos y científicos. Con rapidez, se han creado varias vacunas y la tecnología computacional y telemática ha llegado por todas partes cambiando de forma acelerada la manera de relacionarnos, trabajar y producir. La pregunta ahora no es solo qué pasará cuando finalice la angustia producida por el ataque del SARS-Cov-2; también hay que prepararse, de forma responsable, por los nuevos escenarios que se abren, recordando el grave problema estructural que tiene la sociedad: el cambio climático.

En este contexto de desafíos y requeridas respuestas, la semana pasada leía a la especialista en empresa e innovación de base tecnológica Àurea Rodríguez, que afirmaba (El futuro se llama METAVERSO) que vivimos en un mundo de dos velocidades en el que está surgiendo un nuevo marco global. En este, los productos y servicios digitales, espoleados por la realidad aumentada, la virtualidad y el blockchain, revolucionan la producción en general y la industria en particular. Nuevas formas de producir y consumir donde los emergentes NFTs llegan al arte y a las marcas de lujo. En el mismo escrito, recordaba que Drucker afirmó que "la mejor manera de predecir el futuro es creándolo". Un llamamiento en toda regla a no mirar hacia otro lado y a desplegar iniciativa.

"Es hora de desaprender y aprender de nuevo y de aprender, también, a que hay que aprender de todo y a lo largo de toda la vida"

No hay dudas de que los tiempos poscovid comportarán grandes cambios. La sociedad seguirá tecnificándose y a la vez habrá que hacerlo en un marco de desarrollo sostenible. Dos hechos que exigen transformar profundamente la manera de pensar y actuar. Es hora de desaprender y aprender de nuevo y de aprender, también, a que hay que aprender de todo y a lo largo de toda la vida. Son necesarios nuevos conocimientos, nuevas habilidades y también nuevas actitudes para entomar los nuevos retos. Aspectos que obligan a un esfuerzo enorme en formación, formal y no formal, dirigida a todos los ciudadanos. No solo hay que pensar en los niños y jóvenes, también hay que actuar con los trabajadores en activo, para poder seguir trabajando, con los parados para dotarlos de nuevas capacidades, potenciando su empleabilidad, y con la gente de más edad para dejar atrás los hábitos poco sostenibles interiorizados, evitando el crecimiento de la brecha digital. Es hora de rearmar intelectualmente a la ciudadanía; es hora de planes de formación intensivos en lo que comporta la digitalización social, la industria y los servicios 4.0 y la sostenibilidad.

"Hace falta una formación que potencie también la capacidad de aprendizaje permanente, la innovación y la curiosidad, con el fin de romper un mundo a dos velocidades que lleva a la exclusión y la miseria de millones de personas"

Es hora de una formación que asuma el valor de las humanidades, la ciencia y la tecnología, que se impregne de que el crecimiento económico no puede comportar un aumento de consumo que pone contra las cuerdas al planeta y el futuro de las próximas generaciones. Hace falta una formación que potencie también la capacidad de aprendizaje permanente, la innovación y la curiosidad, con el fin de romper el mundo de dos velocidades que lleva a la exclusión y la miseria de millones de personas. En la sociedad del conocimiento, se convierten en imprescindibles personas que sepan tomar decisiones informadas, actuar con responsabilidad, velar por la viabilidad económica y la sostenibilidad de las actuaciones, potenciando una sociedad más competitiva y justa, asumiendo que las políticas sociales requieren estrategias encaminadas a generar crecimiento económico.

Así pues, la nueva etapa que afrontaremos en los próximos meses y años requerirá una profunda transformación de nuestra manera de pensar, de relacionarnos, de trabajar y actuar. Consecuentemente, la educación, entendida también como aprendizaje personal activo, es esencial para conseguirlo. Y en esta nueva etapa tendría que acontecer un instrumento capital para lograr los nuevos retos que dibujan una sociedad muy diferente por la que tenemos que estar preparados. Una formación indispensable para asegurar el bienestar y el futuro de las próximas generaciones. Los planes de formación básica, profesional y universitaria, las actuaciones de formación continuada y las formaciones ocupacionales se tienen que adaptar a los retos. Hay que redefinir contenidos y metodologías para fomentar aquellas actitudes, aptitudes, valores y competencias encaminadas a sacar competitividad a la ciencia y la tecnología, eliminar las barreras de género asegurando la generación de nuevos conocimientos haciendo avanzar la ciencia y la tecnología en un marco de crecimiento sostenible e inclusivo.

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