Etnógrafo digital

Cosas que no sabías que no sabías

14 de Julio de 2022
Josep Maria Ganyet | VIA Empresa

¿Qué gasta más gasóleo de producir: un kilo de tomates, un kilo de pollo o un kilo de pan?. ¿Qué tiene más riesgo de accidente mortal, ir en coche o en avión?. Y el riesgo de morir por el solo hecho de vivir, ¿cuál es?. ¿Podemos vivir sin plásticos?. ¿Podemos descarbonizar la economía por el 2050?

 

No sufráis porque tengo las respuestas a estas preguntas y a otras que no sabíais que no sabíais. De hecho, no las tengo yo, las tiene Vaclav Smil en su último libro "How the world really works". Smil, de origen checo, es profesor emérito de medio ambiente en la Universidad de Manitoba, en Canadá, científico y autor de numerosos libros especializados en los motores de nuestra supervivencia y de nuestro bienestar: la energía, la producción alimentaria, los materiales, la globalización y el planeta son algunos de los temas a los que ha dedicado libros enteros. Suyo es también el superventas "Numbers don't lie", traducido a más de 20 idiomas.

Confieso que es el primer libro que leo de Smil, y pese a que lo tenía en el radar desde hace años, Bill Gatas los ha leído todos y no para de recomendarlo, siempre me había dado pereza por su grado de hiperespecialización y porque de, tan rigurosos y llenos de datos, cuesta leerlos. En "How the world really works" dedica un capítulo a cada uno de sus temas de especialidad, con la tónica habitual de cifras, tendencias, estadísticas y todo tipo de datos profusamente documentados con los estudios correspondientes que, no nos engañamos, hacen pesada la lectura.

 

"El libro es el antídoto necesario para luchar contra los prejuicios y la desinformación imperante"

Pero si dicen que la letra "por el culo entra", la verdad es que lo hace por el dato. El libro es el antídoto necesario para luchar contra los prejuicios y la desinformación imperante. En este sentido me recuerda a "Factfulness" del malogrado doctor sueco Hans Rosling donde demuestra como la mayor parte de decisiones que tomamos están basadas en prejuicios y no en datos.

Los debates existenciales actuales —el calentamiento global, el futuro del trabajo, el impacto de la IA, ¿viviremos en Marte?— están plagados de opiniones, sesgos y omisiones interesadas que dificultan la toma de decisiones razonadas. La semana pasada la neuriocientífica Darshana Narayanan nos advertía en un artículo en Current Affairs de los riesgos de la toma de decisiones en base a falsas certezas como las que predica el historiador Yuval Noah Harari a quien tilda de populista (si habéis disfrutado de sus libros como yo lo he hecho hace falta que leáis el artículo).

La técnica habitual de gurús cómo Harari es la de predicar el apocalipsis (Google nos indexará por dentro, sabrá antes que nosotros lo que pensamos y nos podrá manipular) y después dar respuestas a 100 años vista eligiendo cuidadosamente la base científica en la que sustentarlas; magníficos storytellers que tejen historias cautivadoras alrededor de unos cuantos datos científicos interesadas.

"Solo datos, cálculos y cálculos sobre los cálculos"

Vaclav Smil hace todo el contrario. Sus libros no son apasionantes, no te hacen pasar página con avidez. No hay grandes historias de los seres humanos que se convierten en dioses ni predicciones a 100 años vista. Solo datos, cálculos y cálculos sobre los cálculos que nos hemos hecho para llegar a los horizontes 2030, 2040 o 2050.

Un ejemplo: en 2015 unas 50.000 personas volaron a París para asistir la conferencia sin importarlos demasiado las emisiones de CO2 que sus jets provocaban. Los acuerdos fueron tan "ambiciosos" e "históricos" que, si todos los países firmantes hubieran cumplido los acuerdos —de cumplimiento voluntario—, ¡las emisiones de CO2 se habrían incrementado un 50% llegados al 2050!

"¡Si continuamos comprando SUV contaminaremos más que todo el ahorro de los 100 millones de coches eléctricos previstos para 2040!"

Otro ejemplo de "gestión del mientras tanto" es el caso de los SUV, que se pusieron de moda poner a finales de los ochenta en los EE.UU. y, de allá, se extendieron por todo el mundo. Un SUV emite de media un 25% más de CO2 que un coche estándar. En 2020, en el mundo había 250 millones de SUV, las emisiones de los cuales superaban varias veces el ahorro derivado de los escasos 10 millones de coches eléctricos. En la década de 2010, las emisiones producidas por los SUV fueron la segunda causa del incremento de las emisiones de CO2 por detrás la generación de electricidad y superando las de la industria pesada y las de la aviación y las de los camiones. Si los continuamos comprÁndolos, ¡contaminaremos más que todo el ahorro de los 100 millones de coches eléctricos previstos para 2040!

Y, si queréis nota, iros a comer sushi con vuestro SUV: la alta demanda de pescado crudo por culpa de la rápida adopción de la moda de la comida japonesa en todo el mundo ha hecho que algunas especies de atún estén entre las de carnívoros marinos con más peligro de extinción.

Recomendado para leer estas vacaciones. O antes de ir.