Cuando cae un árbol al bosque y no hay nadie, hace ruido?

Cuando cae un árbol al bosque y no hay nadie alrededor, hace ruido? Esta trivial pregunta esconde un provocador experimento mental que pone en cuestión los conceptos de observación, de realidad y en última instancia de conocimiento..

Desde que el filósofo empirista George Berkeley sacara el tema en el siglo XIX –ser es percibir y ser percibido–, las implicaciones de la pregunta han llenado tratados de filosofía, páginas de diario, conversaciones de café e hilos de discusión a Forocoches .

La respuesta es no, un árbol no hace ruido si no hay ningún observador alrededor. Para que se produzca ruido se necesitan tres factores: un acontecimiento que lo origine, un medio que lo transmita y una entidad capaz de escuchar. El ruido es el que el cerebro interpreta del que recibe del oído y por lo tanto si no hay orejas, no hay ruido. Como ejercicio os dejo la versión que hizo Einstein preguntándose si cuando nadie la mira, la Luna existe.

Así pues, un acontecimiento que no sea observado por nadie, sin ningún efecto en ningún otro de su presente, tampoco tendrá efecto en ningún acontecimiento futuro. A efectos prácticos es cómo si nunca hubiera pasado. Sólo la observación de un acontecimiento hará que este exista.

Este experimento mental pero deja de ser teórico si observamos el continuo espacio-informativo que nos rodea. Todos los impactos informativos que recibimos son intermediados y la suma de todos es nuestra percepción de la realidad. Por otro lado, como que cualquier tecnología es una extensión de nuestras capacidades –la radio nos extiende el oído, la cámara fotográfica la vista, Google la memoria y Twitter nuestra voz interior–, nuestra capacidad de observar aumenta y, por lo tanto, pasan más cosas.

Y las tecnologías no son neutrales. Las limitaciones de cada tecnología –más allá de la intencionalidad en su utilización– hacen que no sean: en una situación de disturbios a la calle podemos encuadrar los manifestantes siendo golpeados por la policía o podemos encuadrar la policía bajo una lluvia de objetos. Los mismos hechos pueden crear distintas realidades.

Y si recordamos que la observación de la realidad hace que esta exista –recordáis el árbol y el ruido– entenderemos el impacto que tiene una cámara en el centro de la acción. La excitación de los candidatos en un mitin cuando conecta la tele, la impostació de los fans que llaman "Viva los reyes" cuando conecta Tele 5 o Arcadi Alibés desapareciendo entre la turba culer a Canaletes serien ejemplos.

Pero fijarnos en la tele sería no ver el elefante en la habitación: el móvil. El móvil hace que seamos a la vez acontecimiento, medio de transmisión y observador. Un selfie nos convierte en el árbol, la red es el aire por donde se propaga el ruido y el selfie existe porque alguien otro lo observa.

El móvil es el gran creador de acontecimientos que, de no ser grabados y compartidos, no habrían existido nunca. Rompe un acontecimiento en tantos microesdeveniments como observadores hay que con su observación son quien crean la realidad. Y como cualquier tecnología no es neutra. Qué encuadro, que comparto, en qué red, con quien, a quien le hago me gusta o a quien sigo, son microdecisions que de manera agregada pueden tener tanta o más bastante que una información televisiva sesgada.

Convendría tenerlo presente antes no hayan caído todos que los árboles que no nos dejan ver el bosque.

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