Omnia googlerunt tibi dabo

Una de las cosas que ha cambiado la pandemia es el diccionario. Hemos aprendido la palabra "criba", que tiene dos erres, que la R es también un número, que es diferente de la R de PCR y que ser positivo es negativo. Si además tenéis hijos en edad escolar también habréis añadido al diccionario neologismos como Moodle, Clickedu y Classroom.

Moodle es una plataforma australiana gratuita de aprendizaje en linea, es de código abierto y ha acontecido prácticamente un estándar en escuelas, institutos y universidades. Con actividades docentes, de evaluación, de comunicación y de colaboración de todo tipo es imbatible en oferta de formatos y herramientas. Clickedu por otro lado, es una plataforma escolar en la nube que incluye gestión académica, administración y comunicación con las familias en un entorno virtual de aprendizaje privado y seguro. Clickedu, a diferencia de Moodle, es una plataforma de código propietario —no es abierto— y es de Km0, desarrollado entre Barcelona y Granollers. Y Classroom? Classroom es de Google.

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Que sea de Google quiere decir que es una extensión invisible más del entorno vital de la mayor parte de los humanos; del buscador, del Gmail, del navegador Chrome, de Google Maps, del sistema operativo Android o del Chromebook, el ordenador que Google subvenciona a los escolares. Todos los proyectos de la orden de los miles de millones de dólares por realizar y de tantos otros por mantener: todos gratis para el usuario. Si una herramienta como Google Classroom triunfa en las aulas de medio mundo es porque es de Google.

A la familiaridad del ecosistema de Google hay que añadirle la excelente experiencia de usuario marca de la casa. Productos diseñados por los mejores diseñadores de experiencia y programados por los mejores ingenieros con la mejor tecnología. Mención aparte para los mejores científicos de datos y sus algoritmos de aprendizaje que hacen que cuanto más gente utilice sus servicios mejores sean. La experiencia es excelente tanto para alumnos cómo para profesores, que son finalmente sus prescriptors.

"Pero la pregunta pertinente en tecnología no es "por qué" sino "para qué"

Pero la pregunta pertinente en tecnología no es "por qué" sino "para qué". Que hayamos oído manta de veces la afortunada frase "si un servicio es libre es que el producto eres tú" ni la hace cierta ni la hace creíble (la frase es anterior a la web). La prueba es que si nos la creyéramos de verdad ya hace tiempo que nos habríamos dado de baja de Facebook (nivel de dolor moderado) y habríamos dejado de utilizar Google (al umbral del dolor). El producto no somos nosotros, el producto es nuestro comportamiento, que es el producto que marcas, partidos políticos y gobiernos adquieren empaquetadas de los Googles y Facebooks de turno. Shoshanna Zuboff (The Age of Surveillance Capitalism) compara la actitud de estas empresas a la de los cazadores furtivos, capaces de matar un elefante por sus colmillos: "No eres el producto ... eres el cadáver abandonado".

Pero no sufráis que Google no hace esto con vuestros hijos… al menos mientras están en edad escolar. Los términos de servicio que aceptamos sin demasiados miramientos estipulan que no recogen datos personales de los menores. Si lo dice Google nos lo tendremos que creer pero no tenemos manera de saberlo; el código no es abierto y no está auditado por ninguna organización de certificación. No todo el mundo lo tiene tan claro: Nuevo México demandó Google por no respetar supuestamente la privacidad de los niños, afirmando que rastrea las actividades de los estudiantes en sus dispositivos personales fuera del aula.

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Dos puntualizaciones: los mismos términos de servicio dicen que se pueden cambiar siempre que Google quiera, y cuando los jóvenes acaban su etapa de estudiante, Google les facilita el pasar de un entorno escolar a un entorno comercial donde se aplica la ley de la selva que decía Shoshanna Zuboff.

La solución pasa por utilizar plataformas de código abierto como Moodle y de Km0 que aporten valor añadido al sector productivo local como Educlick pero para ello hay que renunciar a Google, y la tentación es demasiado grande.

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