Explicar aquello que no se ve

En los años 90 trabajé en IBM, en Barcelona, cuando IBM estaba en la Via Augusta, en el edificio que actualmente ocupa el departamento de Educación de la Generalitat de Catalunya. Trabajaba como programador y trabajaba en una plataforma de software distribuido de arquitectura cliente/servidor que IBM desarrollaba completamente en Barcelona. La plataforma era utilizada por grandes empresas de todo el mundo que venían a la Via Augusta para ver sus capacidades y formarse en su uso. Por si alguien quiere la referencia, la plataforma comenzó llamándose FBSS y finalmente se llamó LANDP.

Había nacido para entornos bancarios y permitía a los bancos desplegar sus aplicaciones de manera descentralizada, acceder a recursos remotos y distribuir la computación entre diferentes ordenadores. ¿Les recuerda a la web? Un poco. Recordemos que aunque la web había nacido técnicamente en 1989, a principios de los 90 aún no había eclosionado. Por ejemplo, uno de los hitos tecnológicos de los Juegos Olímpicos de Barcelona 92 fue un sistema de IBM que permitía a los periodistas acceder en tiempo real a los resultados deportivos desde los centros de prensa, equipados con ordenadores IBM. A Windows 95 aún le faltaban tres años para llegar y la versión 3.1 era poco fiable para aplicaciones empresariales.

"Uno de los hitos tecnológicos de los JJ.OO. de Barcelona 92 fue un sistema de IBM que permitía a los periodistas acceder en tiempo real a los resultados deportivos"

IBM había lanzado en 1988 su OS/2 con soporte gráfico, un sistema operativo inspirado en el sistema del Mac, con ventanas, iconos, menús y punteros. Como era mucho más robusto que el Windows, se empezó a utilizar para aplicaciones empresariales. Las grandes empresas, comenzando por la banca, empezaban a migrar de sus sistemas basados en línea de comandos -pantalla negra y texto verde- hacia las interfaces gráficas que todos usamos hoy en día, como las del Mac OS o las de Windows.

Hoy que los ordenadores están permanentemente conectados a la red, nos parece muy natural que los entornos gráficos de escritorio accedan a recursos remotos; lo hacemos permanentemente cuando navegamos o cuando leemos el correo. A principios de los 90 ni era tan evidente ni era tecnológicamente trivial. IBM tenía en su centro de desarrollo de Barcelona gente que, además de ser muy capaz tecnológicamente, era muy visionaria, cortados con el mismo patrón que los de Silicon Valley de aquella época y que años después hemos mitificado. Era gente que además de innovadores tenían espíritu emprendedor, demostrando que se puede emprender también dentro de una gran organización.

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Fruto de ello salió la visión de utilizar el naciente sistema operativo gráfico OS/2 de IBM, con sus ventanas, iconos, menús y punteros y conectarlo a la plataforma LANDP, que permitía acceder a recursos y controlar máquinas de manera remota. De repente, y de manera automática se podían instalar aplicaciones en todos los terminales del banco solo arrastrando un icono, consultar el estado de todas las sucursales de una empresa desde tu PC, intercambiar archivos de manera remota haciendo drag'n'drop, dar órdenes de cerrar o activar servicios de manera remota... todo de manera visual e interactiva. Magia.

Como el producto y la filosofía que había detrás era muy innovador, el LANDP + OS/2 fue un éxito en todo el mundo. Aparte de los clientes europeos, recuerdo de China, Japón, Turquía, Estados Unidos y Sudáfrica. Fue precisamente el banco más importante de este último país que envió una delegación a Barcelona para evaluar si este nuevo sistema visual de gestión descentralizada les servía. El punto fuerte era precisamente eso: que era visual y utilizaba las metáforas de escritorio y el ratón que cualquier usuario de Windows 3.1 o de Mac ya había visto antes.

"IBM había tirado en 1988 su OS/2 con soporte gráfico, un sistema operativo inspirado en el sistema del Mac"

Pues bien, un servidor, vestido con camisa, corbata y chaqueta, fue el encargado de hacer la demostración a la delegación sudafricana. Evidentemente, el peso de la presentación y uno de los argumentos de venta principales era la innovación que suponía la gestión de una gran organización de manera descentralizada y a la vez visual gracias a las nuevas interfaces gráficas. Hasta aquí todo bien; no era la primera vez que me tocaba presentar el proyecto a un cliente. El problema llegó cuando minutos antes me dijeron que la presentación la tenía que hacer a un alto directivo del banco, que era quien tomaría la decisión, y que el señor era ciego. Ya se pueden imaginar el sudor frío del momento.

Me conjuré a hacer las explicaciones de manera muy descriptiva, pausada, explicando todo lo que hacía y lo que pasaba en la pantalla y sobre todo, a no mencionar nunca el verbo "ver". Parece fácil, pero no lo es. Además, es imposible. Para acabarlo de complicar el señor del banco llevaba un asistente que le iba haciendo una especie de comentario radiofónico de todo lo que pasaba a su alrededor.

Creo que duré un par de minutos. Medía cada palabra para no hacer ninguna referencia a la percepción visual hasta que inevitablemente dije algo como "y cómo pueden ver bla, bla, bla". Seguí intentando no repetir el verbo, pero eventualmente volví a caer en él. El señor del banco, que era muy educado y agradable, notando el nerviosismo de un chico que bastante esfuerzo hacía en hablar inglés (y en entender el acento sudafricano) me dijo que no me preocupara, que él estaba acostumbrado y que le hiciera la presentación como habría hecho a cualquier persona no invidente.

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Me sentí aliviado y avergonzado a partes iguales. Aliviado porque a partir de entonces la presentación fue mucho más distendida, incluso con algún punto de humor, y avergonzado porque me había quedado solo con la parte visual; era invidente y, por tanto, tenía dificultades para percibir todo lo que estaba pasando en la pantalla. No había tenido en cuenta que si había llegado donde estaba, era porque veía más allá que otros. Donde yo veía ventanas, iconos, menús y punteros él percibía atención a sus clientes, productos, opciones y agencia.

PS: No recuerdo el nombre del señor sudafricano, pero sí la cara, y se parecía mucho a Tommy Edison, un influenciador de redes invidente que tiene un canal de YouTube muy interesante donde explica con mucho humor cómo ve el mundo. Lo descubrí en este vídeo donde explica que no tiene ningún concepto de lo que es el color, y que cuando los videntes le hacemos metáforas para explicárselo, le hacen mucha gracia. 

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