Las externalidades del sector turístico: el agua

Estos días ha sido noticia un hecho que es, al mismo tiempo, una denuncia: algunos empresarios turísticos de la Costa Brava han comprado una desalinizadora portátil. El hecho pone en evidencia dos hechos que se intentan obviar. Por un lado, se destapa aquello que permanentemente se quiere esconder: las externalizaciones provocadas por el turismo. La segunda es que, resulta aburrido repetirlo, estamos gobernados por gente extremadamente incompetente. Llevamos tres años de palabrería y la solución final al problema de la sequía consiste en restricciones y llevar agua en barco. Agua producida por una desalinizadora como las que no ha construido nuestro gobierno. ¿Les digo una cosa vergonzosa? En temas de agua, Franco lo hacía mejor.

Los últimos años la cancioncilla gubernamental de la sequía ha perseguido el objetivo de los que gobiernan y los apoyan: la culpa no es nuestra. Hasta ahora la manera de diluir responsabilidades era de cargar la culpa a los "mercados", a la "sociedad", a los "fondos buitres", etc. Ahora se ha dado un paso más: la culpa ya no solo tiene la cara difuminada. Simplemente, no tiene cara: climatología y el cambio climático. Por lo tanto, ¡que nadie venga con cuentos! Cuando vivíamos en una sociedad tocada por la religiosidad se organizaban procesiones, rogando para que lloviera. ¿Pero ahora?

Giramos la vista hacia el sector turístico. El socio perenne de los que gobiernan en las españas. Las externalidades son aquellos costes o efectos que provoca cualquier actividad humana. Puede ser económica, o no. Cuando las externalidades son negativas -es decir, alguien, o un colectivo, sale perjudicado- lo más adecuado es que las cubra aquel que las genera. Es una manera de compensar el efecto negativo provocado. Nuestro sector turístico -en general, por todas partes- nunca las compensa. Y su lista de externalidades es bastante larga. La más escandalosa en casa nuestra es la social. Los salarios que paga el sector no cubren el coste social de sus empleados. Y este coste, después, lo tenemos que pagar todos los demás. Con peor servicio y aumento de impuestos.

"Cuando las externalidades son negativas -es decir, alguien, o un colectivo, sale perjudicado- lo más adecuado es que las cubra aquel que las genera"

Pero hay una, de externalidad, que nadie ha puesto en evidencia hasta ahora. Mejor dicho, el propio sector lo ha manifestado. Hablo del consumo de agua. Resulta que el país pasa sequía pero el sector turístico no paga por su externalidad. ¿Cuál es? El turismo consume demasiada agua. Y mi pregunta es: ¿por qué no paga un impuesto especial por el hecho de ser un consumidor de agua enorme? Con lo que pagaran, quizás se podrían dedicar los recursos a financiar soluciones. No soy un demagogo. El consumo de agua se duplica en las poblaciones con más de 100 camas por cada 1000 habitantes. Y se triplica en las poblaciones con 1000 camas por cada 1.000 habitantes. Así lo dice el informe elaborado por el Ministerio de Economía y Finanzas francés en el 2019.

"Resulta que el país pasa sequía pero el sector turístico no paga por su externalidad"

Hasta donde yo sé este es un debate que, en casa nuestra, se ha obviado. Lógico.

Més info: Dardo de los economistas al Govern por la sequía: "Falta anticipación"

Esta adquisición, la de la desalinizadora comprada en la Costa Brava tendría que servir para dar ideas a los gobernantes. ¿Medidas contra la sequía? Una de ellas: los municipios turísticos de la costa tendrían que obligar a los hoteles a instalar desalinizadoras estacionales. La idea la han dado ellos. Lo pueden hacer... ¡y pagarlo! Ha quedado demostrado. Si queremos ser un país evolucionado se tiene que empezar a hacer pagar por las externalidades. Y más cuando pintan bastos, como ahora mismo sucede con el agua.

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