Facebook: winter is coming

Si Facebook tiene problemas, usted también. No me refiero a problemas técnicos, legales o de reputación, que tiene, me refiero a un problema de mucho más calado, un problema de futuro que se proyecta al presente: Las cinco redes sociales con más usuarios son por este orden Facebook, YouTube, Whatsapp, Facebook Messenger e Instagram. Cuatro de cinco son de Mark Zuckerberg. 3.500 millones de usuarios utilizan sus servicios, lo que representa el 70 % de los 5.000 millones de usuarios conectados a internet y el 44 % de la humanidad. Si estos tienen un problema es que tenemos un problema.

Esta ha sido la semana horribilis de Facebook, y todavía no se ha acabado. Empezaba con Frances Haugen dando la cara en los medios el fin de semana previo a su comparecencia en el senado de los EE.UU.. La científica de datos trabajó dos años en Facebook y ha sido quién ha filtrado los documentos internos que demuestran que la empresa anteponía su cuenta de resultados a la salud mental de sus parroquianos. Un diez en gestión de empresas, un cero en ética.

El corolario de las filtraciones es el siguiente: sabemos que nuestras plataformas hacen daño a personas, grupos y sociedades, pero si lo arreglamos perderemos dinero. En los negocios la manta siempre es corta; si te tapas el bolsillo te salen los pies por debajo. Las filtraciones demuestran con datos que Facebook provoca división en la sociedad, que Instagram afecta negativamente la percepción de que los adolescentes tienen de sus cuerpos —uno de cada cinco, uno de cada tres si son niñas— y que Facebook y Whatsapp se han utilizado para atiar conflictos étnicos en varias partes del mundo.

Facebook y Whatsapp se han utilizado para atiar conflictos étnicos en varias partes del mundo

La misión empresarial de Facebook, casi mesiánica, es literalmente la de "dar a la gente el poder de construir comunidad y unir el mundo", un mundo del que no conocen nada. Una herramienta tan potente cómo Facebook, en sociedades con problemas estructurales, donde hay odio étnico, corrupción o carencia de derechos humanos, no solo no soluciona todos los problemas con aquello tan naïf de "démosles acceso a la información y la democracia llegará del cielo", sino que los amplifica. Solo hay que ver cómo las sociedades occidentales se han polarizado los últimos cinco años, sociedades que supuestamente tienen una prensa libre, mecanismos de control, separación de poderes y respeto por los derechos humanos. Un dato: del presupuesto que Facebook destina a luchar contra la desinformación, el 87 % se ejecuta a los EE.UU., solo el 13 % al resto del mundo. India suele, con 251 millones de usuarios ya tiene más que los EE.UU. que tiene 240.

El 2018, en un esfuerzo para volver Facebook al espíritu de comunidad original del 2004, Zuckerberg decidió que mostraría menos noticias de medios en el muro de los usuarios y más contenidos de sus contactos. Un pequeño cambio en el algoritmo tenía que volver la red más humana. Pues el resultado fue el inverso: la opinión de parientes, amigos, conocidos, saludados y de gente que pasaba por allá llenó el vacío que la información periodística había dejado. Los usuarios de la red acabaron comunicándose con clones de sí mismos en un círculo vicioso de autoafirmación. Facebook había adobado el terreno para las teorías de la conspiración. Coincide con el auge del terraplanismo, Trumpismo, Q-Anon, anti-5G, antivacunas… El cambio en el algoritmo sale en la foto de los que tumban torres de 5G en Gran Bretaña, la de las manifestaciones de antivacunas en Francia y la del tarado de los cuernos en el asalto del Capitolio.

La manta de Zuckerberg es cada vez más corta y ya hemos visto que cuando hace frío siempre elige tapar el bolsillo

Y en medio de las filtraciones, lunes llegó la caída de la infraestructura de Facebook. Provocada por una actualización interna torpe —aquí también hay teorías de la conspiración— todos los centros de datos de la empresa quedaron aislados de internet. Os ahorro los detalles técnicos pero en un momento determinado los encaminadores de Facebook comunicaron en el mundo que ya no había rutas posibles entre el resto de internet y sus servidores. Si internet es el mapa de un GPS con sus ciudades y carreteras, Facebook se había borrado del mapa junto con todas las carreteras que llevaban. Literalmente miles de millones de personas, que por sus relaciones necesitan Whatsapp, o bien que por su negocio necesitan Facebook o que para ser influenciadors necesitan Instagram, vagaban sin rumbo. Las seis horas que el mundo estuvo sin los servicios de Facebook se hicieron muy largas para amantes a distancia y para pequeños y grandes negocios que dependen de la publicidad que hacen.

Puede volver a pasar? La ley de Murphy nos dice que sí, que si una cosa puede ir mal, irá mal. Y no me refiero solo a los problemas técnicos. El crecimiento de Facebook se retarda (0,8 % previsto por este 2021), no consigue atraer a los más jóvenes y a los influenciadors y se encuentra que su base de usuarios a los países desarrollados se está envejeciendo. Uno de los documentos de las filtraciones en el WSJ mostraba la afirmación de un niño de 11 años en un focus group: "Facebook es para viejos".

Esta tendencia hace que la manta de Zuckerberg sea cada vez más corta y ya hemos visto que cuando hace frío siempre elige tapar el bolsillo. Winter is coming.

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