'Fake news' por la vena

La UOC y el Centro de Estudios Jurídicos y Formación Especializada de la Generalitat ha organizado el pasado martes la jornada Desconstruint la realidad, impacto de las fake news y de la postveritat. Expertos del periodismo, la publicidad, la sociología, el derecho y la tecnología se encuentran para reflexionar sobre el impacto de las fake news en personas, organizaciones y en la sociedad en general.

Las fake news, noticias falsas, rumores, desinformación, propaganda y mentiras tienen como objetivo influir en individuos o grupos en beneficio propio, de terceros o incluso en beneficio de la misma víctima. El concepto de las fake news es tan viejo como el poder y es consustancial a la natura humana, que es social. Y como seres sociales que somos tenemos nuestra inteligencia distribuida en el grupo. Es así como a lo largo de la historia hemos construido mitos comunes —dioses, dinero, naciones, partidos políticos, clubes de fútbol, grupos de Whatsapp— que nos han permitido ampliar el grupo más allá de los 150 individuos de la tribu (número de Dunbar). Somos individuos en función del grupo. El Homo Sàpiens no era la especie de Homo más fuerte, ni la que tenía el cerebro más grande pero sí la que supo crear mitos comunes que le (ente) permitieron la creación de grupos más grandes. Ganamos en inteligencia colectiva.

Por lo tanto, por mucho que creemos que somos libres y que las decisiones las tomamos de manera individual haciendo ejercicio de nuestra libertad de elección, esto no es muy bien así. Y cuanto más conectados, menos. Parte de nuestro conocimiento y de nuestras decisiones la tenemos delegada al grupo, y desde hace unos años también en la tecnología. Nunca ha sido tan cierto como por ejemplo aquello que decía McLuhan de que los medios son las extensiones del ser humano. Parte de nuestra memoria la tenemos externalizada al móvil, las direcciones de los lugares a Google Maps y de cómo llegar al GPS (muchos golpes no sabemos ni como hemos llegado a un lugar).

"Por mucho que creemos que somos libres y que las decisiones las tomamos de manera individual, esto no es muy bien así"

Que las decisiones colectivas (y, por lo tanto, individuales) sean manipulables vía rumores, desinformación y propaganda no es nuevo. Cuando vivía en Alemania tuve la oportunidad de hablar con personas grandes sobre su experiencia durante el nazismo. Quería entender hasta qué punto la gente de la calle sabía el que realmente pasaba. Me explicaron que hasta el día antes de que los rusos entraran a Berlin todos creían que estaban a punto de ganar la guerra tal como los informaba la radio. La eficiencia de la propaganda nazi fue tal, que cuando los americanos los obligaron a ir a los cines a ver las imágenes de la liberación de los campos de exterminio (las de los bulldozers apilando montañas de cadáveres) se pensaron que era un montaje propagandístico de Hollywood. Hoy en día lo vemos con los negacionistes del cambio climático; los podemos traer datos empíricos del cambio, el consenso del 98% del expertos en clima, que si son conservadores os lo negarán con los datos ante (un caso claro de delegación de opinión al grupo).

Pero, que pasa en un entorno donde hemos digitalizado nuestras fuentes de información? Pues cómo con cualquier producto o servicio cuando se digitaliza: se extiende más deprisa, llega además gente y se adapta fácilmente al mercado destino. Hoy no hay que tener una red de radio o un diario sensacionalista para difundir propaganda o rumores. Basta con unas cuántas cuentas en las redes sociales y cuatro nociones de psicología. Sabiendo que el miedo (des)moviliza más que la ilusión sólo nos hay que difundir información que apele a cada miedo: Hillary mata niños en una pizzería de Washington, Europa nos roba, los inmigrantes te toman el trabajo, los independentistas quieren romper España…

"Sabiendo que el miedo (des)moviliza más que la ilusión sólo nos hay que difundir información que apele a cada miedo"

Las fake news se difunden más deprisa que las otras, llegan además gente, se adaptan en la red por la que se propagan, reaparecen cada cierto tiempo y en muchas ocasiones combatirlas frontalmente ayuda a su difusión. Este es exactamente el comportamiento de un virus biológico. Y a los virus biológicos sabemos como combatirlos. Del mismo modo que inoculamos una pequeña cantidad del virus contra el cual queremos generar anticuerpos, no podríamos inocular una pequeña cantidad de las fake news que queremos neutralizar? Los mismos algoritmos de IA capaces de predecir con cierta fiabilidad donde y cuando habrá una epidemia de gripe (algunos basados en información de medios sociales) podrían advertirnos de donde se producirá una epidemia de fake news y sobre qué tema. Con esta información el que podríamos hacer es inocular en las redes una pequeña dosis de fake news para que nuestro cuerpo generara los anticuerpos correspondientes y cuando nos llegara ya no nos hiciera efecto. Esto no saca que tengamos que hacer una dieta digital equilibrada, alta en espíritu crítico y generosa en método científico.

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