Etnógrafo digital

¿Nos puede ayudar la IA a ser más creativos? (I)

01 de Diciembre de 2022
Josep Maria Ganyet | VIA Empresa

La inteligencia artificial (IA) era una cosa del futuro que se ha convertido en el presente de golpe. Lo recordaremos siempre porque el futuro llegó al regresar de vacaciones de verano, en agosto de 2022.

 

Sabíamos de sistemas que, a partir de un texto, eran capaces de crear imágenes; otros que, a partir de temas musicales, podían generar de muy parecidos y otros que eran capaces de producir textos que parecían redactados por humanos. Todos generaban a partes iguales admiración, estupefacción y muchas preguntas, la más importante era de si aquello era realmente creativo.

Los que habíamos seguido un poco el tema recordamos haber leído en artículos científicos publicados un lejano 2016 como los ordenadores eran capaces de describir lo que había en una imagen y, de manera simétrica, generar una imagen a partir de un texto. También recordamos la imaginación que debíamos poner para ver un "elefante volando en un cielo rosa" en una imagen que, como máximo, era de 32x32 píxeles. Pero el salto era cualitativo: por primera vez en la historia, cualquier persona podía crear imágenes nuevas, por surrealistas que fueran, solo escribiendo un texto ("una pintura al estilo Mona Lisa con una cabra mirando un iPad"). La barrera que imponían los programas de generación de imágenes (Photoshop, Illustrator, Cine 4D, etc.) empezaba a caer.

 

También sabíamos como el modelo de lenguaje GPT-3, la inteligencia artificial detrás del Dall-E 2, podía también generar textos indistinguibles de los que produciría un humano. Plataformas como Sudowrite, Bloom o la catalana Fermat permiten generar textos coherentes de manera automática a partir de unas cuantas palabras.

También hemos visto como el proyecto Deep Bach de Sony producía corales al estilo de Bach, una herramienta de aprendizaje profundo para la generación automática de música. DeepBach, después de haber escuchado toda la música coral de Bach fue capaz de escribir 80 piezas más, que a los oídos de los neófitos (y no tanto) son indistinguibles de las del maestro.

"Cotorras estocásticas"

Algunos académicos son muy escépticos con estas tecnologías. El argumento es que si todo lo que hacen es producir contenido nuevo a partir de patrones que se han extraído de los datos de las que han aprendido, los resultados no se pueden considerar del todo originales y mucho menos creativos. Ha hecho fortuna el nombre de "cotorras estocásticas" de la profesora de la Universidad de Washington Emily Bender al que también se apunta el nostrat experto en IA Ramon López de Màntaras.

Siguiendo con este razonamiento parece que la creatividad acabará menguando y todo lo que haremos serán mashups de la cultura que nos ha precedido: nuestra especie ya no dará ningún Shakespeare, Bach, Rembrandt, Lennon y McCartney o Jay Z.

¿Pasará realmente así? Responder a la pregunta de si los ordenadores nos ayudarán a ser más creativos o todo lo contrario es complicado, tanto que os podría dar argumentos bastante convincentes en un sentido y otro.

Primero, porque no tenemos una definición clara de qué es inteligencia artificial, de hecho, ¡no la tenemos ni de inteligencia! Quién era más inteligente, Newton o Einstein? Einstein o Picasso? Picasso o Jay Z? En general definimos inteligencia artificial como la capacidad de las máquinas de lograr competencias equiparables a las de los humanos, como las de reconocimiento de patrones, de aprendizaje o de inferencia. Observáis, sin embargo, que en cierto modo utilizamos la palabra inteligencia para definirla del momento en que nos referimos a humanos (a quienes en principio tendríamos que considerar inteligentes).

"Considerábamos que jugar a ajedrez era el pináculo de la inteligencia hasta que, en 1997, el Deep Blue de IBM ganó a Gary Kasparov"

Definir qué es un comportamiento humano inteligente, además de ser muy complicado, cambia con el tiempo. Considerábamos que jugar a ajedrez era el pináculo de la inteligencia hasta que en 1997 el Deep Blue de IBM ganó a Gary Kasparov. Entonces, jugar a ajedrez pasó a ser una competencia que requería concentración, método, estrategia, planificación y visión, que si lo podía hacer una máquina quizás no requería tanta inteligencia.

La definición que más me gusta de inteligencia artificial (y por extensión de inteligencia) es la de Larry Tessler, un ingeniero que, en los 70, había trabajado en Xerox Parc y después en Apple, Amazon y Yahoo. Es aquella que dice que: "Inteligencia artificial es todo aquello que no se ha hecho". La cita hace alusión a que cuando una cosa la saben hacer los ordenadores consideramos que deja de ser inteligente. Otra versión en el mismo sentido, todavía más clara, es la que dice: "inteligencia es todo aquello que los ordenadores no saben hacer".

La definición de inteligencia artificial de Larry Tessler: "Es todo aquello que no se ha hecho" porque, cuando una cosa la saben hacer los ordenadores, consideramos que deja de ser inteligente

Tampoco tenemos una definición clara de creatividad. Si no podemos ordenar Newton, Einstein y Picasso por inteligencia tampoco lo podemos hacer por creatividad. Quién fue más creativo? Newton a la hora de descubrir las leyes del movimiento, Einstein para juntar el espacio y el tiempo, o Picasso por deconstruirlos?

¿Y los ordenadores? ¿Pueden ser creativos? ¿Dónde ponemos los sistemas basados en IA del Dall-E 2, del Midjourney o del Stable Diffusion? Está claro que depende de que entendamos por creatividad, que como pasa con la inteligencia resulta de mal definir. Precisamente, era Picasso quien decía que los ordenadores eran muy aburridos, que solo sabían dar respuestas, cuando lo interesante era hacer las preguntas.

Pero esto era antes de las vacaciones de verano del 2022. Hoy, cada imagen generada, cada texto, cada pieza musical, es una pregunta que nos interpela directamente: cada plataforma es una caja de Pandora por abrir. La primera pregunta es: ¿todo lo que hemos visto y oído es resultado de la creatividad o es fruto de la repetición de una cotorra estocástica?

Y si es fruto de la creatividad, ¿quién es el creativo? ¿El programador? ¿El artista creador del estilo que la IA intenta imitar? ¿El creador del texto que le da al algoritmo su objetivo? ¿Los millones de personas autoras de los textos, las imágenes y los audios de las cuales ha aprendido la red neuronal? ¿Todo el mundo?

Para responder a esto nos hará falta definir lo que es creatividad de una manera más formal, sabiendo que depende del sustrato cultural y que en su base hay la copia, la transformación y la combinación, tareas todas en las que los ordenadores excelen.

Pongo esta primera parte del artículo en el Fermat y la próxima semana lo rematamos con lo que me genere.