La proximidad digital

A finales de los 80 realicé un curso de verano en Inglaterra para aprender inglés. Fue en Paington, un pueblo pequeño de costa del condado de Devon, en el suroeste de Gran Bretaña junto a Cornualles. Entre los muchos recuerdos que perduran de esa estancia hay tres que tengo muy presentes.

El primero es que el pueblo estaba cerca de Torquay, la localidad costera vecina donde se habían hospedado los Monty Python mientras rodaban episodios del Monty Python's Flying Circus en Paington en 1970. El hotel familiar en el que estaban y su director son los que inspiraron a John Cleese para realizar la serie Hotel Fawlty. El segundo es el debate social en el país en torno a la policía. Resulta que, desde hacía un tiempo, un cambio en la política de seguridad había hecho que los bobbies patrullaran en coche en lugar de a pie. La introducción de una tecnología como el coche —más eficiente a la hora de cubrir más territorio— les había alejado del contacto humano al que estaban acostumbrados tenderos y colegiales cuando los bobbies gastaban suela en la calle.

Y el tercero, que no era exclusivo ni de Devon ni Gran Bretaña, era la desconexión informativa. Pasarte una semana, quince días, un mes fuera, significaba volver y tener que preguntar a todo el mundo qué había pasado; del Barça, de la política, de Catalunya, de España… Recuerdo la misma sensación en los 90 en EE.UU. aún con una internet muy incipiente; todo lo que llegaba era la Tomatina de Buñol, que no falla en los noticiarios cada año.

“Si en la nube hay gente, los bobbies deben pasearse por allá”

Estamos en el siglo XXI y nada de esto es así. Hoy cuando vamos a otro país lo primero que hacemos cuando aún no se ha detenido el avión es enviar un WhatsApp para decir que ya hemos llegado, conectar Twitter para ver qué ocurre en casa y, al llegar al hotel, sin interés por ningún canal local, conectar Netflix para seguir viendo en versión original la misma serie que veíamos en casa la tarde anterior. Estamos más conectados que nunca y al igual que nos referimos hiperbólicamente a Facebook como “el país más poblado del planeta” también podríamos hablar del “lugar” donde pasamos más tiempo que en ningún otro: la nube. Y si en la nube hay gente, los bobbies deben pasearse por allá.

Parece que los Mossos d'Esquadra, nuestros bobbies, lo han entendido. Ambos cuerpos tienen la proximidad en su ADN y están allí donde está la gente: en la Sagrada Família, en los partidos del Barça, en el Mobile World Congress, y especialmente donde estamos todos la mayor parte del tiempo, en la nube. Escribo este artículo mientras me desplazo a Barcelona con el tren de la línea del Maresme (Dios me ampare) y la totalidad de la gente que tengo a mi alrededor está conectada al móvil.

"Parece lógico que pensemos en la nube como en una región policial más de las nueve donde los Mossos d'Esquadra nos garantizan protección"

Un vistazo a la actualidad reciente nos da también una medida del impacto que la vida en la nube tiene en la tierra: la comisión del Catalangate, el secuestro de los datos del Hospital Clínic por parte de ciberdelincuentes, la influencia de las redes sociales en la educación de nuestros niños, los ataques a webs de la Generalitat con software espía mercenario y los datos públicos para entrenar algoritmos privados de IA. Parece lógico que pensemos en la nube como en una región policial más de las nueve donde los Mossos d'Esquadra nos garantizan protección.

Es en esa dirección que el cuerpo pone a disposición de los ciudadanos una aplicación de “comisaría virtual”. Esta apli —terminología Albert Cuesta— pone a un clic de pantalla la cita previa, la localización de comisarías, las denuncias, el acceso al 112, un canal de información —estafas online, terrorismo, emergencias— y un sistema de avisos que permite recibir alertas de todo el país o bien de las comarcas que nos interesen. Es especialmente relevante la parte de acceso a oposiciones y concursos públicos que, en palabras del director de la policía, Pere Ferrer, quiere ser una puerta a la captación del nuevo talento que necesita la policía para los nuevos retos que la vida en la nube plantea.

Creo honestamente que el hecho de tener a los Mossos d'Esquadra a una distancia de un clic en el móvil es una muy buena noticia, y que su uso responsable debería ayudar a los Mossos en su misión de servir a la ciudadanía; no creo que haya un ámbito en el que la proximidad sea más relevante que en el del móvil. Sólo dos advertencias: que la introducción de una nueva tecnología no distorsione las otras tareas de proximidad, como les ocurrió en los 80 a los bobbies en Gran Bretaña, y que ningún mando o agencia de seguridad tenga la tentación de servirse de la ciudadanía en lugar de servirla.

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