Dónde estaremos dentro de ocho años

Todo el mundo que lee estas líneas vivió el año 2013 y puede recordar cómo éramos y cómo estábamos. Es el año en que se fundó VIA Empresa, el año en que conmemorábamos el centenario del nacimiento de Salvador Espriu y también el año en que los catalanes nos dimos las manos formando una cadena humana de 400 kilómetros resiguiendo el trazado de la Vía Augusta desde El Pertús hasta Vinaròs. Desde entonces han pasado ocho años y han cambiado muchas cosas. Antes teníamos un presidente, un Papa y un Rey. Ahora no tenemos presidente pero mira por dónde tenemos dos Papas y dos Reyes, con un titular y un emérito en cada caso. También hay quien dirá que hemos perdido la salud, la economía y la alegría, pero es bien cierto que hemos acelerado la transformación digital y tomado aún más conciencia de la importancia de la investigación y la ciencia en el bienestar de las personas. Hemos aprendido que la cultura es segura y que no queremos vivir sin abrazar a la gente que amamos. Ocho años bien intensos.

Por contraste, podríamos jugar a imaginar dónde estaremos de aquí a ocho años, en el 2029. Es un ejercicio que ayuda a poner en evidencia si somos más o menos optimistas o pesimistas. Habrá quien dirá que seguro sufriremos nuevas pandemias, seguro seremos más pobres y seguro que seremos menos libres. Pero también encontraréis a quien diga que estaremos mejor, que habrá sido un punto de inflexión que nos habrá llevado a rediseñar nuestras instituciones, volver a dinamizar nuestra economía, y ofrecer mejores expectativas a la gente y al planeta. Afortunadamente en verdad todo ello dependerá sólo de nuestro ánimo y de aquello que hagamos de ahora en adelante. El destino no está escrito y aunque la decadencia parezca imposible de revertir, la historia de los humanos es cíclica y todo lo que sube, baja. Pero también es cierto que todo lo que baja, sube.

Si alguna cosa hemos aprendido estos últimos ocho años es que nada es posible si no vamos juntos, y que todo es posible si estamos de acuerdo

Si alguna cosa hemos aprendido estos últimos ocho años es que nada es posible si no vamos juntos, y que todo es posible si estamos de acuerdo. No hablo sólo de política. Hablo de política, de ciencia, de cultura, de economía, de vacunas y de medio ambiente. Y también hemos aprendido que no se puede tolerar, ya no, que se mercadee con nuestra salud y nuestra vida. No hablo sólo de las patentes de las vacunas. Hablo de patentes, de política, de ciencia, de cultura, de economía y de medio ambiente. Hemos aprendido que no puede ser que los recursos vayan a parar a los de siempre, y necesitamos que esta vez vayan a parar a todo el mundo. Y no hablo de los fondos europeos, también hablo de la política, la ciencia, la cultura y el medio ambiente.

Es falso que ocho años después ya no seamos capaces de cogernos de las manos y formar una cadena humana en defensa de nuestros objetivos. Bien al contrario, la sociedad civil está más firme y determinada que nunca a sacar esto adelante. Y esto es todo: la ciencia, la cultura, la economía y el medio ambiente. La política, no sé.

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