Algo de Barcelona, con origen en Madrid, huele mal en el sur de Girona

Estos días de Navidad, en casa, hemos aprovechado para viajar a Italia. Ya se sabe, al menos para mí, Italia es la segunda patria y me siento como en casa. Incluso, a veces mejor -sobre todo por lo que respeta la restauración-. Como que no me gustan las aglomeraciones, siempre que me es posible uso el aeropuerto de Girona. Bien, lo usaré hasta que lo cierren, al menos durante la temporada de invierno. Esto último lo digo porque ahora que lo he usado, uno de los últimos días del año, estaba previsto que salieran tres vuelos a lo largo de toda la jornada.

Ignoro si ustedes han estado nunca en el aeropuerto de Girona, pero montar aquella infraestructura para tres vuelos diarios es un insulto a la inteligencia y al contribuyente. Algunos dirán que durante la temporada de verano el número de vuelos es razonable. Entonces les preguntaré sobre la utilidad de toda la zona logística alrededor del aeropuerto. ¿Con qué trabajan el resto del año?

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Imagen del aeropuerto de Girona | iStock


Solo observando el mapa catalán de aeropuertos (Barcelona, Girona y Reus, por un lado, y Alguaire, por el otro) y teniendo en cuenta que el tren de alta velocidad pasa a escasos kilómetros de cada una de estas instalaciones, uno ya se da cuenta de que el sistema es gestionado por alguien que, o bien es corto de miras o bien tiene unos intereses que están lejos de la gestión aeroportuaria ligada al territorio y sus habitantes. No hay tanta mala suerte, ni tanto infortunio.

 Ni estos aeropuertos, ni la línea del tren los instaló Dios sobre Catalunya mientras pasó en primavera -al menos, no consta en la letra de la Santa Espina-.

Sí que son, pero, espinas clavadas sobre un país mal gestionado, sobre un territorio masacrado. Y ahora que vuelve a salir el tema del alargamiento de la pista del Prat -cuando hay tanta insistencia por parte de un partido, algo huele mal- sería bueno mirar el tema con perspectiva.

El aeropuerto del Prat nunca, nunca será esto que la estupidez ataviada de esnobismo denomina un hub -sería útil borrar esta palabra del lenguaje público y periodístico-. Por dos razones fundamentales. La primera es que Barcelona no ha sido nunca el centro de operaciones de ninguna compañía aérea de estado -ahora privatizadas, pero "de bandera" desde su creación-. Son centros de operaciones: Londres (British Airways), Madrid (Iberia), París (Air France) o Ámsterdam (KLM).





Barcelona no está en medio de ningún recorrido intercontinental que no esté ya servido por otras ciudades

Cada uno especializado en unas rutas creadas históricamente. El resto de ciudades de Europa no son hubs porque sus compañías de aviación eran poco significativas y de escaso volumen. La segunda razón es porque Barcelona no está en medio de ningún recorrido intercontinental que no esté ya servido por otras ciudades y, en consecuencia, no será nunca ningún puente de nada.

Ahora resulta que, según los señores del turismo, el aeropuerto de Barcelona está saturado y algunos tienen un interés inusitado al alargar una de las pistas. Cuando se les dice que deriven vuelos a Girona o a Reus, te dicen que, entonces, los pasajeros que solo van de paso no pueden enlazar los vuelos y facturar las maletas. Hasta donde yo sé, las compañías de bajo coste no permiten enlazar vuelos ni por pasajeros ni por equipajes.

Las compañías de bajo coste podrían llegar a Girona y a Reus y, con un tren de alta velocidad, transportar aquel quien quisiera a Barcelona e, incluso, al sur de Francia rápidamente. 

Además, hay gente interesada en hacer enlaces y gente que no. No parece demasiado complicado entender que una ciudad puede estar servida por más de un aeropuerto. De hecho, así sucede en casi todo el mundo. Si ustedes quieren ir a Kuala Lumpur desde Barcelona irán a Heathrow, donde hay enlace, no a Gatwick.

No parece demasiado complicado entender que una ciudad puede estar servida por más de un aeropuerto

El hecho es que las infraestructuras ferroviarias las gestiona el gobierno de Madrid y las aéreas las gestiona también el gobierno de Madrid con la colaboración, en este caso, de cuatro ínclitos nacidos en Catalunya: el señor Lucena y el señor Durán desde AENA; y la ministra de Fomento, que es nacida al final de la pista, en Gavà. Y el señor Illa insiste en incluir el tema como condición sine qua non para apoyar los presupuestos de la Generalitat. Todos ellos pretenden vestir sus acciones como supuestos actos de servicio al interés de Catalunya.

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