Los impuestos y las tasas

Estos últimos días hemos escuchado a menudo, en los debates electorales, anuncios y proclamas, algunas bastante demagógicas, sobre posibles bajadas o subidas de impuestos en función de futuros Gobiernos del Estado. Dejadme hacer algunas reflexiones para poder abordar el tema con más racionalidad. Parto de una premisa clara: No podemos pretender tener una sociedad moderna y equitativa manteniendo la actual presión fiscal muchos puntos por debajo de la de los principales países de la UE. Por lo tanto, las promesas de bajadas son un camelo, pero también las subidas se tienen que hacer muy bien hechas.

"Las prometidas de bajadas de impuestos son un camelo, pero también las subidas se tienen que hacer muy bien hechas"

Recordamos que la finalidad original y fundamental de los impuestos modernos ha sido permitir que las instituciones públicas recauden recursos económicos para financiar los servicios públicos que prestan a los ciudadanos y poder realizar las inversiones públicas que se necesitan para estas tareas. Desde hace más de un siglo se ha ido potenciando una función redistributiva, de forma que a través de esta financiación se produzca una transferencia importante de dinero de las clases más ricas a las menos favorecidas, para que las primeras paguen impuestos proporcionalmente mucho más altos, y que una parte de los servicios públicos básicos sean gratuitos, favoreciendo así a las personas más necesitadas. Cabe añadir que esta finalidad no siempre se ha cumplido...

En tercer lugar, se ha añadido también una dimensión coactiva para que, sin forzar demasiado la libertad personal, el impuesto sea un incentivo para estimular actuaciones en la dirección del que los gobiernos consideran bono, y para reprimir actuaciones en sentido contrario. Financiación, Redistribución, y Coacción, son las tres dimensiones de impuestos y tasas.

Dicho esto, pienso a menudo que, si no se tiene cuidado, la utilización de la fiscalidad en la tercera dimensión puede llegar a ser perjudicial para la segunda y puede pasar que, queriendo resolver a base de impuestos algunos importantes retos colectivos, lo que pasa es que se cargan los costes de la solución sobre todo en los hombros de los que menos tienen. Comento dos temas actuales que he observado y donde se ve la dificultad de poder compaginar las finalidades indicadas, y que pueden ser ejemplo para otras situaciones. Se trata del impuesto sobre las emisiones de carbono, y las tasas universitarias.

No tengo ninguna duda que hay que poner fuertes impuestos para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, penalizando la generación de energía con combustibles fósiles, reduciendo la movilidad tanto terrestre como aérea, premiando el aumento de la eficiencia energética, o estimulando la transición al vehículo eléctrico. Pero pienso que hay que saber elegir bien el contenido de los impuestos, o introducir en el mismo tiempo medidas complementarias, para evitar que una vez más los principales perjudicados de unas y otras sean las personas con menos poder adquisitivo. Subir sin más los impuestos incluidos en el precio de los combustibles líquidos o de la electricidad, o prohibir la circulación a las ciudades de algunos tipos de vehículos más contaminantes, son medidas molestas pero que pueden soportar fácilmente los que tienen suficientes recursos para cambiar de coche, pero que dificultan mucho la movilidad y convierten en obsoleto el coche de los que no lo pueden cambiar. Son imprescindibles medidas compensatorias, relacionadas con el transporte colectivo, o con la fiscalidad de los consumos energéticos básicos, para no ir haciendo crecer todavía más las desigualdades.

"Hay que saber elegir bien el contenido de los impuestos, o introducir en el mismo tiempo mides complementarias para evitar que los más perjudicados sean las personas con menos poder adquisitivo"

A diferencia del que pasa en la enseñanza preuniversitaria, en nuestra casa la Universidad pública no es gratuita, sino que se pagan unas tasas que cubren una parte del coste total. A pesar de que nuestra población con título universitario es importante, y superior a la de muchos países de la UE, es evidente que esta tasa es uno de los obstáculos que provocan que muchos jóvenes no puedan seguir esta formación. Hay una fuerte corriente para reducir la tasa y facilitar el acceso. Creo que no es la mejor solución, puesto que libera de parte del pago a una gran cantidad de personas que ahora pueden pagarla sin grandes problemas, y no resuelve el caso de los que no podrían aunque se rebaje. Podría ser mejor incluso subir la tasa, y asegurar un beca de plena gratuidad a aquellas personas o familias que no tengan la capacidad de financiar los estudios. Sería una manera de pasar dinero de los que pueden a los que no pueden, que es la finalidad principal de los impuestos y las tasas.

En resumen, tendrían que subir los impuestos sobre la riqueza y las rentas altas, no tendrían que subir demasiado los impuestos sobre las rentas bajas y sobre el consumo de estas rentas, y las medidas fiscales o coactivas para la descarbonización, que son necesarias, no tendrían que tener un carácter general, sino selectivo para tener en cuenta la equidad.

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