La auditoría en la era tecnológica

La tecnología tiene un impacto extraordinario a nuestra actividad cotidiana y el entorno laboral de los auditores no es una excepción. La visibilidad de las firmas al mercado, nuestra propia organización interna, la comunicación y otros muchos aspectos de nuestra actividad viven una profunda transformación digital. Esto cambia el enfoque del trabajo de la auditoría. Los sistemas relacionados con las tecnologías de la información son cada vez más nucleares en el registro de las operaciones económicas de nuestros clientes. La confianza en sus estados financieros depende, de forma esencial, de la seguridad que sean capaces de ofrecer sus sistemas tecnológicos en cuanto a la integridad y la corrección de los datos.

El desarrollo de las aplicaciones en Cloud hace que las actualizaciones de los datos contables se puedan hacer en el momento y desde lugares remotos. Nuevamente, el análisis detallado de la solidez de los sistemas, procesos y seguridad de las comunicaciones será esencial para el trabajo de los auditores.

Este acceso a una cantidad ingente de datos a través del uso de nuevas herramientas de análisis nos permiten encontrar anomalías, como por ejemplo, transacciones inusuales, como abonos reiterados a un mismo cliente o de un mismo producto, ajustamientos o periodificacions excepcionales en unas fechas concretas, que pueden requerir un examen más en detalle. Todo esto permite focalizar nuestro esfuerzo en los riesgos potenciales de incorrecciones.

La pregunta es: con la velocidad y capacidad de análisis que proporcionan las nuevas herramientas, tendrá sentido la auditoría anual, tal como hoy lo entendemos?

El papel de los auditores como expertos independientes que contrastan los criterios aplicados en operaciones financieras complejas, para determinar si las cuentas reflejan una imagen fiel de la realidad, seguirá siendo necesario. Igual que el análisis de los riesgos que, dentro de nuestro parecer profesional, presenten las empresas auditadas. El que cambiarán son los "tempos": no tendrá ningún sentido expresar nuestra valoración a través de un único informe anual que, entregado unos cuántos meses después del cierre de un ejercicio, no hará nada más que reflejar situaciones que pertenecen al pasado y no al presente de cualquier empresa.

"Las jornadas inacabables que caracterizan la auditoría son difícilmente aceptables por las nuevas generaciones"

Los operadores del mercado reclaman cada vez más una información periódica dinámica y amplia, que incluya tanto los aspectos financieros y no financieros de las compañías. En un momento en que se puede acceder a los datos en tiempo real, y si los sistemas de control interno de las empresas nos ofrecen garantías, nuestro trabajo consiste a evaluar si los criterios aplicados a las situaciones anómalas o nuevas que se produzcan son los más adecuados de acuerdo con el marco de la información financiera aplicable. La información trimestral exigida por los mercados de valores es un indicador de por donde va el camino.

Pero los cambios no se paran a nuestro trabajo. Afectan también nuestro entorno laboral. Las jornadas inacabables que caracterizan la auditoría son difícilmente aceptables por las nuevas generaciones, y hacen perder atractivo a nuestra profesión, que se puede ver como una etapa formativa, pero no como un lugar de destino. No es un tema menor, pues se pierden los nuevos talentos que nos tienen que dar valor ante nuestros clientes.

Afrontar esta situación requiere aprovechar aquello que nos ofrece la tecnología, como por ejemplo el trabajo remoto y el acceso permanente de los empleados a los sistemas de la empresa desde casa suya o cualquiera otro lugar.

Una firma auditora tecnológicamente avanzada será más atractiva para los jóvenes profesionales que otra con un enfoque más tradicional. Las nuevas generaciones son nativas digitales y detectan fácilmente cuando una firma está orientada al futuro –y por lo tanto, en sintonía con sus perspectivas de desarrollo profesional-, o si ha quedado obsoleta, lejos de sus aspiraciones profesionales.

Prepararse para todos estos cambios es esencial para seguir respondiendo al compromiso y la responsabilidad social de nuestra profesión, un reto que asumimos y por el cual ya estamos trabajando.

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