La perversión de la rosa solidaria

Este 23 de abril es una jornada festiva que reivindica la cultura catalana y el amor. Aunque nunca he entendido demasiado la relación entre una cosa y la otra, pero regalar una rosa roja "como la sangre" a la persona estimada es una tradición que se remonta en el siglo XV como homenaje al patrón de Cataluña Sant Jordi, el héroe protector que venció el dragón y salvó la princesa.

Según la tradición, la rosa simboliza la exclusividad del amor por parte del enamorado, el color rojo de la rosa, simboliza la pasión y la espiga de trigo, que suele acompañar la rosa, simboliza la fecundidad.

El 1995, la UNESCO declaró también el 23 de abril Día Mundial del libro. Y por bien de la cultura y el negocio de las editoriales, los libros se sumaron en la fiesta.

Ahora, desde no hace paso demasiado tiempo, se ha añadido un aspecto nuevo a esta centenaria tradición: destinar parte de la recaudación de la venta de las rosas a causas solidarias. La rosa solidaria. Rosa, que según parece, ya no hace falta que sea roja como la sangre, ni siquiera natural, ahora puede ser un punto de libro, confeccionada en macramé, de papiroflèxia o incluso en forma de tapa gastronómica.

Todo vale. Incluso, tampoco hace mucho falta obsequiar la rosa a la estimada físicamente, porque se puede obtener y enviar en forma digital. Por Facebook.

Pues no querría ofender a nadie, pero no lo encuentro demasiado bien. Esto del libro ya me parece un sin sentido porque una cosa no tiene relación con la otra y porque puede acabar provocants brotes sexistas al interpretar que la rosa es para la estimada y el libro para el'estimado. Y ya está envuelta, la troca.

Pero ahora tenemos la novedad de la rosa solidaria. Al amor y la cultura sumamos ahora, la caridad. No sé donde iremos a parar. Las ONG y la gente solidaria de buen corazón tienen centenares de oportunidades para serlo sin tener que tener que invadir otros territorios que no le pertenecen. Porque si no acabaremos con el tortell de reyes solidario, la mona solidaria y la hoguera de San Juan solidaria.

Ponemos imaginación y buscamos caminos e ideas fuertes, comprometidas y poderosas por racaptar dinero para ayudar en la gente que lo necesita. Si no es así, estoy convencido que la tradición se perderá y la gente dejará de regalar rosas y acabaremos perdiendo unos y otros.
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